Lo quieren mucho. Agarró un equipo que no podía ganar dos partidos seguidos y lo sacó campeón. No fue muy audaz ni elaborada su propuesta: ordenó la casa con un planteo simple y les dio confianza a sus jugadores, muchos de ellos, jugando a un nivel irreconocible. Con el título sobraba largo. El espectáculo quedaba para más adelante, cuando tuviera más tiempo, cuando pudiera elegir el plantel según su idea. Entonces el análisis no estaba para sutilezas ni ideas muy complejas. Con una sonrisa, a veces simpática, a veces desdeñosa pero comprensiva, se le aceptaban sus comparaciones excesivas y un poco ridículas, incluso provocadoras: Mora con Villa, Jara con Piqué. Porque el señor no habla nunca del partido, ni del rival, ni de tácticas.

Digamos, salvo cuando compara a alguno de sus jugadores con una superestrella del fútbol mundial, Ángel Guillermo Hoyos nunca dice nada. Es decir, utiliza muchas palabras, tiene una correcta dicción y buen manejo de sinónimos, pero después de navegar horas y horas, sigue instalado en Puerto de Palos.

Claro, ahora que el equipo comenzó a mostrar problemas, que las respuestas en la cancha no son tan claras y los resultados no acompañan, entonces las frases adornadas, las metáforas sin sustancia, las comparaciones infladas ya no sirven.

Luego de que la U hizo su peor partido en el Monumental en 18 años, uno esperaba un análisis algo más sólido de la banca azul. Si la decisión de poner a Caroca como lateral derecho fue la adecuada, si Seymour puede ser volante mixto o tiene sentido adelantar a Rodríguez como puntero. Queríamos saber cuál fue su planteo para romper el circuito entre Valdés y Valdivia (algo que todos los técnicos de Primera saben que es clave) o porqué siempre la defensa de la U jugó mano a mano con tres o cuatro jugadores albos. Y un dato fundamental ¿Trabajó sicológicamente el partido? Al ver el pánico escénico de sus dirigidos la respuesta es no.

La U tuvo casi el doble de posesión y ejecutó un 40% más de pases, pero, salvo el gol, no se creó una sola ocasión de peligro. También es importante saber cómo un plantel profesional equivoca a la hora de elegir el largo de los tapones de los zapatos. Los resbalones, por poca previsión, le costaron al menos dos goles a la U ¿Nadie salió a pisar la cancha?

Hoyos tenía mucho para contar.

Pero, una vez más, vimos palabras dispersas y desvíos por la tangente: la leña para toda la semana, ir a la guerra sin el chaleco antibalas, renovar su compromiso con la U. Hace muchos años, en el viejo programa Polémica en el Bar, había un personaje que hacía las delicias de los televidentes: Fidel Pintos, el sanatero. Hablaba por los codos, pero nunca decía nada. Es la versión argentina de Cantinflas. Menos folclórico, bien porteño y más intelectual que Mario Moreno, pero igual de inconducente.

La verdad es que las conferencias de prensa de Hoyos son momentos prescindibles. No es novedad. Nadie puede sorprenderse que el domingo no dijera nada después de hablar media hora. Pero hay momentos en que dar respuestas, aunque sean mínimas, es obligatorio. Poner "el pecho a las balas" parece un argumento infantil. Es decir, ni siquiera es un argumento.