La excarcelación de Leopoldo López el pasado sábado 8 de julio, ha tomado por sorpresa a Venezuela y a la comunidad internacional.

Gracias a la medida "casa por cárcel" concedida por el gobierno chavista, López se encuentra junto a su familia tras permanecer tres años y cinco meses detenido en el penal de Ramo Verde, lugar donde fue confinado tras ser declarado culpable del delito de instigación a la violencia el año 2014.

No obstante la alegría que genera la liberación de López en sus seguidores y en la comunidad internacional, es necesario poner especial atención a su trasfondo.

Sí, la liberación de Leopoldo, sentenciado a 13 años y 9 meses de prisión, supone un importante gesto por parte del gobierno de Nicolás Maduro. Esto teniendo en cuenta que al menos mediáticamente, el dirigente no solo es el más célebre preso político que mantiene el chavismo, sino que también, en la noción colectiva, es quien representa la encarnación del sector más temido y sólido de la oposición.

Ahora bien, según el Tribunal Supremo, la medida fue tomada por razones humanitarias que hablan de la deterioración en la salud de López. Sin embargo, Edith López, tía del dirigente político, descarta que la excarcelación de su sobrino tenga que ver con un factor de salud ya que, tal como consigna al diario El País, "(Leopoldo) se encuentra en perfectas condiciones".

Siendo así, resulta inevitable dudar de las buenas intenciones de Nicolás Maduro y de paso se manifiestan diversas posibilidades que podrían justificar la liberación del dirigente de Voluntad Popular (VP).

Por un lado, es posible barajar la opción de que el gobierno esté respondiendo a la necesidad imperiosa de aquietar al estallido social que, tras 100 días de movilizaciones en su contra, no solo no ha disminuido su intensidad, sino que también ha dejado un saldo de 91 personas fallecidas y de paso ha abierto grietas insanables en el apoyo del chavismo al Presidente Nicolás Maduro.

Otra de las posibilidades se relaciona con un importante cambio de estrategia. Por un lado, que esta liberación dé señales claras de apertura al diálogo, pero que por otro, no sea más que una forma para ganar tiempo y distraer la atención pública. Lo anterior, con miras a la ejecución de un golpe mayor que se daría con la elección de una Asamblea Constituyente afín al gobierno el próximo 30 de julio. Como consecuencia, este "triunfo" significaría la posterior destrucción de la única "arma" que posee la oposición: la mayoría en la Asamblea Nacional.

Según la ONG Foro Penal, organismo no gubernamental venezolano que actúa en la promoción del respeto a los Derechos Humanos, el número de "presos políticos" que tiene Venezuela en la actualidad asciende a 433, sin embargo, el gobierno no reconoce esa condición, más bien, asegura que se trata de personas que se encuentran detenidas por haber incurrido en graves actos de violencia que nada tienen que ver con política (aun cuando la gran mayoría de los reclusos hayan sido detenidos en manifestaciones contra el gobierno). ¿Qué pasará con estos presos? ¿Tendrá Maduro el mismo gesto "caritativo" que ha tenido con Leopoldo López? ¿Continuará el chavismo dando muestras concretas de querer avanzar hacia las negociaciones?

Tranquilidad. No se debe confundir el regreso de López a su casa con una victoria parcial ni mucho menos como un motivo para bajar los brazos. Es necesario recordar que el "cambio de sede" no implica modificación alguna en su condena y tampoco asegura que no vaya a regresar a la cárcel, como sucedió con el ex alcalde Daniel Ceballos, detenido también en 2014, a quien concedieron el arresto domiciliario durante unos meses, para luego continuar su reclusión en un recinto penitenciario donde aún continúa.

Si bien la lucha de Leopoldo López es loable, la opinión pública y los medios de comunicación deben evitar mitificar su figura y poner su rostro a la resistencia de un pueblo que a diario se manifiesta y pelea por sus derechos. Es por este pueblo, por los 433 presos políticos restantes, por los 91 fallecidos, por el retorno a la paz y a la democracia -y no por Leopoldo López- que la actual movilización debe continuar, dentro y fuera de Venezuela.

Es de esperar que la liberación del líder opositor sea el comienzo de la apertura a un diálogo honesto y profundo, que propicie un cambio en las directrices del gobierno. Que sea un giro asertivo que retome las vías democráticas existentes y recupere las perdidas, un movimiento que beneficie y sane al país, y no otro de los hábiles trucos políticos que acostumbra a mostrar el chavismo cada vez que se ve en situaciones similares: acorralado.