"El invierno de 1788-1789 fue muy frío. La laguna de Venecia, helada, podía ser atravesada a pie… En Francia la cosecha del verano anterior había sido mala. El pueblo sufría, se inquietaba, se agitaba. En las provincias se produjeron revueltas y escenas de pillaje… La misma malevolencia obscura habitaba el cielo, las instituciones y la administración". Jean Starobinski, mediante esta somera semblanza, como tratándose de una primera escena teatral, da cuenta de un sentir ominoso, de mal agüero, antes de la caída del telón de la Francia monárquica.Traigo a colación el texto anterior para recordar que así es cómo los historiadores escribimos la historia. Un cúmulo de malas noticias consecutivas, tengan o no relación entre ellas, sirve a menudo de signo de un desajuste sistémico y anticipado de proporciones cósmicas. Y, vaya que hemos tenido noticias funestas, ahora último. La historia, a veces, se escribe sola, y los historiadores no hacemos más que registrarla. En efecto, se nos apareció y se nos fue marzo 2015: de no olvidarlo. Corrupción (por lo visto, transversal) acaparando titulares y noticieros sin dar respiro; calores y sequía por séptimo año; incendios (en varios focos); inundaciones en el norte; violencia urbana (también en varios focos); caída firme del gobierno y su cuestionada Presidenta… y eso que recién comienza el año.Lo más delicado de todo esto -en sentido político- es la agitación ciudadana. La Presidencia tiene a su haber formidables reservas de poder; puede soportar quién sabe cuánto más descrédito del que ya se ha hecho evidente. La naturaleza por estos lados no ayuda, eso lo sabemos desde siempre; que el Estado no haga el trabajo que le corresponde (cito a Iván Poduje en el último Qué Pasa) es incompetencia aunque, esperemos,  remediable. Pero, ¿qué se está haciendo con la violencia que estalla en circunstancias infaustas como por las que transitamos? En Santiago Sur mataron a un carabinero. En Lo Barnechea-La Dehesa, residentes de muy diversa condición social han debido soportar jornadas seguidas de tiroteos (con un muerto a cuenta), bloqueo de uno de sus accesos, robos y asaltos. A un amigo mío le intentaron robar su auto que él estaba más que dispuesto a que se lo llevaran, pero algo les pasó por la mente a los asaltantes y le pegaron un fierrazo en la cabeza; esto en La Dehesa el sábado por la noche, estacionado, esperando a uno de sus hijos que estaba en una fiesta. Días antes habían hecho lo mismo en el mismo barrio a una señora que lamentablemente se las llevó mucho peor (le desfiguraron la cara). Otras dos personas que acudieron a la comisaría a hacer denuncias semejantes les dijeron que se fueran; la poblada amenazaba con asaltar el cuartel policial.La respuesta del gobierno ha sido no menos preocupante: están pensando en decretar estado de sitio "preventivo" (figura desesperada que no existe en nuestro ordenamiento legal) a fin de evitar hechos delictuales de este calibre. Como para alarmarse en más de un sentido, me temo.