Eran cuatro las historias sobre las cuales uno podía anticiparse y comenzar a escribir anticipadamente la trama del partido entre Colo Colo y Antofagasta, en el Monumental. A saber.

La morbosa: el regreso de Paulo Garcés al estadio desde donde salió hace poco con la pesada mochila de la responsabilidad en la pérdida de puntos clave que le costaron el título a los albos y que también provocaron que la renovación que tenía casi firmada se llenara de polémica hasta acabar en el tacho de la basura.

La revancha: la última vez que los Pumas visitaron Macul se llevaron un 1-1 postrero que le dejó servida la corona a la U, que no hizo más que agradecer el gesto y celebrar.

La gloriosa: ver por primera vez en acción en casa a Esteban Paredes, Jorge Valdivia y Jaime Valdés, la Santísima Trinidad que carga con los deseos de campeonar en los albos.

La polémica: observar cómo se comportaba in situ el mundo Colo Colo a las revelaciones de Mark González y, en menor medida, de Justo Villar, respecto del estilo de Pablo Guede, el técnico que no goza de mucho respaldo en las tribunas.

Pero sucedió lo que suele pasar con el fútbol, en el que cada partido tiene su afán, por lo que el relato de este debut se movió por líneas diferentes a las prepicadas.

El Cacique no tuvo los espacios ni el empuje de la Supercopa frente a la UC, confirmando que sigue en etapa de formación y que su mecánica no está aceitada.

El orden de Antofagasta, sumado a la fricción constante y cierto atrevimiento (harto en la primera media hora; a flashazos, después), sirvieron para mantener a raya a los albos, que nunca encendieron al público en Macul.

La trama que terminó escribiéndose establece que Colo Colo tuvo un inicio muy similar a los de la U y la UC. Por encima de los resultados de cada uno, queda claro que están lejos de lo que se espera de los principales favoritos a la corona (el cuarto o quinto -si prefiere- están aún por aparecer).

Los campeonatos no se terminan en la primera fecha, se sabe; mucho menos en un torneo corto. Estos estrenos lo demuestran. Los resultados no aparecen por arte de magia ni a punta de nombres rutilantes. Son puro trabajo. Ésa es la única historia que siempre se repite.