Quizá, una de las peores noticias que ha recibido el Presidente Obama a lo largo de su administración no ha estado relacionada a la reforma en salud -conocida como el "Obamacare"-, o las decisiones de enviar o no tropas al medio oriente, sino más bien el haber sido Premio Nobel de la Paz, lo cual lo ha expuesto a altas expectativas y críticas a lo largo de su administración.
Como todos sabemos, el sistema presidencial en los Estados Unidos permite que al cabo de cuatro años los presidentes en curso puedan repostularse en un segundo periodo; que en el caso de ser reelectos, estos son mucho más libres de adoptar políticas más osadas y con visión de largo plazo, dado que una vez finalizado su segundo periodo estos quedan invalidados para postular a cualquier cargo público; o sea, son archivados en la historia. En este sentido, la pregunta para los presidentes es acerca del cómo quieren pasar a la historia.
Con una gran carga de deuda en relación a su premio Nobel, el Presidente Obama a lo largo de su periodo cursó controversiales regulaciones a emisiones en termoeléctricas relacionadas al plomo y gases de efecto invernadero; en efecto, bajo su administración éstos fueron considerados como agentes de riesgo para la salud ya no de los ecosistemas, sino de las personas, influyendo en las normativas de calidad primaria. Esto se suma a los reportes catastróficos sobre los impactos y cambios ya vivenciales de los efectos del calentamiento global (https://www.youtube.com/watch?v=2dIheuvIKDg ) que se expanden no sólo a la calidad de vida de las personas, sino que reforman todo el mapa actual de los Estados Unidos, incluyendo su débil economía.
En este sentido, y después de haber aprendido del desangre en el Congreso con el Obamacare, Obama sabe que proponer un acuerdo vinculante para 2015 en París y que sea ratificado por el Congreso es casi imposible, en especial por lo frágil de la economía americana estos últimos años y porque la carrera presidencial estará ya desatada, pudiendo tener incluso correligionarios del partido demócrata en contra de lo propuesto por el hecho de ganar unos votos de más.
Como la deuda histórica del premio Nobel está sobre la mesa, estas semanas ha salido a la luz pública que la actual administración está preparando una propuesta híbrida entre compromisos vinculantes y voluntarios apalancados sobre vacíos y resquicios legales que permitirían amarrar un convenio global, no debiendo pasar por ratificación en el Congreso y haciendo pasar a la historia no sólo a Obama, sino a la reunión en Paris como la convención climático que buscó acuerdos vinculantes.
¿Qué tiene que perder? Literalmente nada. Obama va de salida del gobierno a ser parte del registro histórico de la Nación, por tanto es quizá su última carta de poder pasar como el presidente de raza –y premio Nobel de la Paz- que permitió un convenio global vinculante, algo no menor para los textos de historia, que sólo enuncian a la convención de Viena cuando por primera y única vez se luchó globalmente contra la depleción de la capa de ozono.
Como siempre, los republicanos atacan tales filtraciones de un proyecto sobre el cual muy poco se sabe, haciendo ya amenazas de acusaciones constitucionales contra el Presidente y bajo el argumento que esto vendría a destruir definitivamente la economía americana. Por otra parte, los demócratas apuntan a cambiar la cara del país a nivel internacional e impedir con esta acción vinculante que China siga aprovechando su doble estándar de nación subdesarrollada para seguir emitiendo, poniendo quizá trabas al comercio de alto carbono y haciéndolos quedar fuera del pacto global. Esto afectaría a todos los mercados, incluso al de Chile, que ha puesto sus fichas en el gigante asiático, que en esta pasada –sino se suma– quedará como el paria mundial contra el resto.
La alerta provino de filtraciones de un reporte que prepara la Naciones Unidas, el cual ratifica que el calentamiento global aumenta, y lo que es peor, este sería irreversible, algo sobre lo cual hemos escrito hace mucho. Tal reporte filtrado por el New York Times (http://www.nytimes.com/2014/08/27/science/earth/greenhouse-gas-emissions-are-growing-and-growing-more-dangerous-draft-of-un-report-says.html) menciona que este fenómeno "retrasará el crecimiento económico, dificultará la reducción de la pobreza, erosionará la seguridad alimentaria, y prolongará la pobreza existente, particularmente en áreas urbanas y en puntos críticos de hambruna". Para sobrepasar tales acciones, el país del norte se ha puesto metas en innovación en tecnologías verdes, y a bajo precio, que ya han empezado a existir y que se espera pronto su "spin off" a nivel mundial.
Sobre Chile, un país que aún continúa con ranking de responsabilidad social más al estilo de un fashion week, que de acciones concretas de alto impacto a nivel de tecnología o innovación a nivel productivo, y que en nada disminuyen el impacto ambiental y de emisiones, el nuevo escenario podría ser altamente complejo. Esto, en la medida que hemos firmado cuanto convenio existe a nivel global y donde nuestra dependencia de los mercados extranjeros nos puede enfrentar a nuevas regulaciones. Al respecto, el ser país OCDE ya no nos permite llorar por ayuda económica para tal salto cuántico esperado post París 2015. Un ejemplo de lo alejado que estamos de tales discusiones es que incluso los impuestos verdes han sido rebatidos sin comprender, que de ser cierto lo que prepara Obama, París será en definitiva la ciudad luz y para nosotros quizá un posible apagón.