Personajes secundarios, menores, con escasa a nula proyección, de esos que apenas aparecen mencionados en las películas, dominan de pronto la escena política local.
Un señor de apellido Rincón se convierte en el sepulturero de la DC, el desconocido marido de una senadora arremete contra las mafias partidistas, un tal Mayol ahora quiere ser diputado, una señora con un punto en las encuestas titubea con su candidatura y así, suma y sigue.
¡Espejo, el exministro del Transantiago, renuncia a su reelección! Irrelevante, porque ni siquiera tenía opciones de ganar.
Saint-Jean y el PRI complican el acuerdo parlamentario de la derecha. ¡Pero quiénes son!
¿En qué minuto la política se volvió un torneo amateur?
¿Dónde está Zaldívar, Frei, Pérez Yoma?
¿Tomaron palco en la ceremonia fúnebre de su partido?
¿Cómo terminó Elizalde, otro personaje secundario, al frente del partido de la Presidenta?
A su haber tiene el apresurar la bajada de Lagos, solo para terminar apoyando a un candidato tan desinflado como Guillier.
Y qué me dicen del propio Guillier, que abandona la sala para evitar pronunciarse en contra de la dictadura de Maduro. "Es que las relaciones internacionales son relaciones de Estado", nos aclara.
¿Qué significa eso? Todo para no contrariar al PC, como si los comunistas tuviesen la llave para entrar a La Moneda.
No señor Guillier, esta elección la definirá el centro político, el mismo que está quedando huérfano tras el sensible fallecimiento de la DC.
Y ya que mencionamos el drama venezolano, cómo podríamos calificar la notable diferenciación que Revolución Democrática, el partido de nuestro querido Giorgio, estableció entre "democracia procedimental" y "dictadura". Eso, si me disculpan, es tan rebuscado como calificar al golpe de "pronunciamiento militar".
La generación de recambio, me temo, no está dando el ancho. Son torpes, apresurados, apenas si se atreven a contradecir lo que se diga por tuiter. Se mueven al ritmo de las encuestas y difícilmente miran más allá de sus propios cálculos e intereses.
En resumen, personajes menores. Lamentablemente para nosotros, la historia registra contados casos en que individuos llamados a roles secundarios han brillado al momento de asumir un impensado protagonismo.
Tiberio Claudio, Jorge VI, Luis Cruz Martínez. Me temo que ni las Beas, ni los Giorgios, ni los Cotes, están a la altura.







