El pasado viernes, leyendo revista Capital, di con una entrevista a Lucy Avilés, la chilena que desde Estados Unidos gestionó la llegada del SuperTanker a Chile. En la publicación, además de subrayar por enésima vez la poca gratitud del gobierno con su filantrópico aporte, también habló de la intencionalidad tras los incendios, reviviendo aquella teoría de mapuches y colombianos como autores.

"He conversado con algunas personas y hay evidencias de ello. De hecho el abogado Felipe Silva recibió un informe sobre los vínculos de las FARC con el Partido Comunista y grupos mapuches", señaló. "Personalmente no creo que los causantes de los incendios sea el pueblo mapuche porque adoran la tierra y la cuidan. Quizás hay algún grupo minoritario de ellos con algunos extremistas que son los causantes", indicó.

Sus dichos sorprenden y por varias razones. La principal, que a estas alturas no solo el gobierno ha descartado tal conexión (La Moneda se llegó a querellar por "falsa alarma" contra quienes hicieron circular rumores en tal sentido); también ya lo hizo la Conaf, Bomberos y el propio Ministerio Público.

Según datos de Fiscalía y Carabineros publicados por La Tercera, 135 eran los detenidos al 14 de febrero como responsables de los incendios en la pasada emergencia. De ellos, 39 por intencionalidad diversa (desde pirómanos a quemas ilegales y menores con ganas de "ver los aviones y helicópteros"), 69 por negligencia (caso de empresas eléctricas y manejo inadecuado de quemas en zonas rurales) y 27 por casos fortuitos.

En toda la lista, ningún activista mapuche. Mucho menos algún ex guerrillero del Cauca. ¿Por qué se insiste entonces con este fantasioso relato? ¿Qué lleva a Lucy Avilés, una educada y bien posicionada ciudadana chilena, a repetir una teoría propia de una burda y poco inteligente cadena de WhatsApp?

Trata, ni más ni menos, que de la Posverdad. O dicho en simple, de aquella mentira que no apela a hechos objetivos sino más bien a emociones y creencias personales para modelar a la opinión pública. No hablamos de simples cahuines. Hablamos de desinformación. Y de opiniones que –viralizadas por las redes sociales, su caldo de cultivo- pueden además mutar en noticias falsas como pasó en los incendios.

Según el prestigioso diccionario de Oxford, "post-truth" fue en 2016 la "palabra del año" y alcanzó su apogeo durante el Brexit, el Proceso de Paz en Colombia y la elección de Donald Trump. "Todo el fenómeno de la posverdad es sobre: 'Mi opinión vale más que los hechos'. Es sobre cómo me siento respecto de algo", explica el filósofo británico A.C. Grayling en la BBC.

"Es terriblemente narcisista. Y si no estás de acuerdo conmigo, me atacas a mí, no a mis ideas", agrega. "La posverdad puede llegar a dañar el tejido completo de la democracia", advierte finalmente Grayling. A poner ojo entonces con este tipo de acusaciones contra los mapuches, recurrentes en redes sociales y los medios cuando la emoción y la creencia personal se imponen a la razón.

No es poca cosa a lo que nos enfrentamos.