¿Por qué en Chile no se publican bestsellers de calidad? A estas alturas, y habiendo tantos cultores del género, ya debería existir al menos uno que fuese capaz de sorprendernos. El fenómeno es curioso y tal vez único en el mundo: el autor de bestsellers chileno suele ser un tipo bastante ingenuo, que se deja ver a sí mismo más allá de lo aconsejable en sus obras. Y en vez de abocarse a la esencia de lo que constituye un bestseller -el vértigo que produce una historia electrizante-, los nuestros transmiten al lector consideraciones nimias y absolutamente extra literarias. Entonces, a cambio de una buena historia, los lectores debemos conformarnos con comprobar que a tal escritor sus libros le ayudan a escalar peldaños sociales, mientras que el de más allá no se cansa de demostrar la estulticia propia de quien se negó a crecer. Y así.
Logia, la voluminosa novela que le significó a Francisco Ortega 5 años de esfuerzos, parte con una declaración grandilocuente: "Aunque esta es una obra de ficción, los hechos, personajes y referencias históricas son reales, fruto de una investigación realizada en Santiago de Chile, Buenos Aires, Washington D.C., Madrid y Toledo".
Lo anterior, que sólo es una fracción de la cantidad de mitos y teorías y patrañas con que Ortega atiborra su libro, ya da para dudar de la seriedad de la investigación aludida. Mas aún faltan los errores vistosos: "Lástima que se largara a llover, pero así es la costa del Perú", dice un personaje que se encuentra en Lima (todo el mundo sabe que en Lima es rarísimo que llueva). El edificio Kavanagh de Buenos Aires jamás fue el rascacielos más alto del mundo. José Miguel Carrera no se convirtió al "evangelismo" en su viaje a Estados Unidos, ni tampoco siguió siendo amigo de Poinsett, el ex cónsul de ese país en Chile, una vez que arribó al país del norte (de hecho, allá fue traicionado por Poinsett). José de San Martín efectivamente cruzó Los Andes inconsciente, pero no a causa de "las úlceras", como dice Ortega, sino que debido a los efectos de la morfina, a la que era adicto.
<em>El resto de la trama 'histórica' está compuesta por una suma caótica de conspiraciones infantiles obtenidas, es fácil suponerlo, de algunas selectas páginas de Wikipedia. El asunto, no obstante, sería en buena medida tolerable si es que el libro ofreciera, además de información dudosa y delirante, algún atisbo de escritura decente. Bajo ese supuesto, poco hubiese importado lo de la rigurosidad histórica. Pero no: la falta de recursos narrativos de Ortega es paralizante. El novelón se desarrolla a punta de diálogos eternos. Y al momento en que algún personaje habla de tal o cual enredo universal, salta a la vista el descarado uso de las funciones 'copiar' y 'pegar'. Para peor, los diálogos están penosamente construidos, a trompicones, y no carecen de faltas de ortografía". </em>
En suma, los cientos de hechos que ocurren en la novela jamás llegan a explicarse por sí solos. La consecuencia inmediata de esto es que Logia no cuenta con los atributos que cabría esperar de un bestseller conspirativo. Por sobre trabajar el suspenso o el misterio, el autor prefiere poner el énfasis en "un helicóptero de doble turboeje Bell 429, con el fuselaje pintado de rojo y registro civil número 10987". Sin embargo, el personaje principal de la novela es evidentemente el alter ego de Francisco Ortega, con lo cual no todo está perdido: Logia es, sin lugar a dudas, un bestseller chileno.