Hace unos días salió a la luz el certificado de defunción de Matthey Perry, reconocido actor de la serie Friends, a poco más de dos semanas de su fallecimiento a los 54 años.

El documento, publicado por el Departamento de Salud Pública del condado de Los Ángeles, señala que la causa de muerte del estadounidense aún permanece “inconclusa”, luego de que las autoridades señalaran a los medios locales que la investigación sobre los motivos de su deceso se alargaría por varias semanas.

Sin embargo, el informe sí confirmó otros detalles sobre la repentina partida del actor. Según este, la hora oficial de su muerte fue a las 16:17 del sábado 28 de octubre, en su casa ubicada en el barrio Pacific Palisades en las afueras de Los Ángeles. Además, señala que no existieron otras “condiciones importantes” en su fallecimiento.

Cabe destacar que, según el relato de la policía, habría sido su asistente quien llamó a las autoridades para reportar que el cuerpo de Matthew estaba inconsciente en el jacuzzi, sin signos vitales. Esto, luego de que hubiera estado practicando deporte durante la tarde.

Además, el certificado de defunción confirma que sus restos fueron enterrados en el Forest Lawn Memorial Park en Los Ángeles, cerca del lote de Warner Bros. Studios donde sucedieron las grabaciones de Friends.

A pesar de que en su casa se encontraron medicamentos recetados, el informe toxicológico preliminar descartó que su muerte fuera provocada por una sobredosis de metanfetamina o fentanilo.

Perry había expresado en diversas ocasiones su temor a morir debido a su lucha con la adicción a las drogas (TMZ). En una entrevista con el New York Times en 2002, el también autor del libro Friends, Lovers, and the Big Terrible Thing confesó abiertamente sus continuas batallas contra la adicción a la Vicodina. Tras sufrir un accidente de moto acuática en 1997, llegó a consumir hasta 55 pastillas al día y poco después ingresó por primera vez en rehabilitación. En 2001 volvió a ingresar a un centro de rehabilitación, describiendo su internamiento de dos meses como la experiencia de tocar fondo.

Sigue leyendo en Culto