La explosión de enfermedades respiratorias en niños y niñas a causa del brote de sincicial, nos mantiene en un momento sanitario complejo. Es, probablemente, el más difícil que hemos enfrentado después de la pandemia: hasta la fecha, seis menores han fallecido por causas asociadas al virus y más de 1.000 niños están hospitalizados en cuidados críticos.
Para hacer frente a la crisis, los equipos médicos han redoblado sus esfuerzos, sin embargo, la red asistencial está a tope con más de un 90% de las camas críticas pediátricas ocupadas. Y aún, dicen los especialistas, no hemos llegado al peak de contagios, que debería ser en las próximas semanas, las más frías del año.
El pediatra broncopulmonar de la Red de Salud UC Christus, Pablo Brockmann (@dr.pablobrockmann), sostiene que existen una serie de factores que explican la fuerza de este brote. Entre ellos, el cambio en el comportamiento de los virus -que hoy, pos pandemia, están más agresivos- y el bajo contacto que niños y niñas tuvieron con este tipo de enfermedades durante el tiempo de la cuarentena, lo que -en cierta medida- “mermó” parte de su capacidad inmune. “Al no haber estado expuestos a ningún tipo de resfrío en dos años, el cuerpo no desarrolló esas defensas, entonces ahora ellos no cuentan con los anticuerpos necesarios para hacerle frente a estos virus”.
En este escenario de emergencia, la preocupación de padres y madres por la salud de sus hijos e hijas ha estado más presente que nunca. Así lo ha notado la psicóloga perinatal, Francisca Polloni (@maternidadybienestar.cl), en sus consultas, donde ha visto cierto nerviosismo por los contagios y su gravedad, aunque también por la organización familiar que supone el tener a los niños enfermos. “Hay toda una logística que hay que pensar en estos casos y eso genera mucho estrés, sobre todo cuando son trabajos presenciales que no dan espacio a ese tipo de cuidados. Aparecen preguntas como: ¿qué pasa si se enferma mi hijo? ¿Qué hago con mis responsabilidades? ¿Cómo organizamos esto? Y lógicamente, eso está muy acompañado del temor a que a ellos les pase algo malo”, cuenta.
Esa ansiedad ‘natural’ que se ha desatado frente a la enfermedad, sin embargo, se ha visto aumentada por otro factor: la sobreinformación. “Afecta negativamente porque, el ver esto en noticias o redes sociales, puede generar más ansiedad y apoderarse de mí, si es que no hago un proceso de digestión de esa información. Es decir, puedo empezar con pensamientos catastróficos o rumiantes del tipo ¿qué pasa si mi hijo termina en urgencias? ¿o si me enfermo yo? ¿quién lo va a cuidar? Ahí es donde tenemos que estar atentos porque nos podemos paralizar o atemorizar a un extremo que es incómodo y poco proactivo”, manifiesta Francisca.
Es por eso que la especialista recomienda tratar de consumir información objetiva y basada en evidencia, acotando esos espacios para no abrumarse ni ponerse más nervioso de lo esperable. “Una vez que uno reduce eso, igualmente puede venir una ansiedad o preocupación porque no somos robots. Entonces el cómo se usa esta emoción es clave. La idea es que pueda movilizarte a tomar acciones preventivas, y ver en qué puedes influir y en qué no. Eso ayuda a ordenar y a descongestionar, a aliviar psicológicamente”.
Finalmente, en caso que el niño o niña contraiga el virus, Francisca recomienda activar redes de apoyo que no solo permitan organizarse frente a responsabilidades laborales, sino contener esa genuina preocupación gatillada por la enfermedad de un hijo/a. “Tratar de buscar personas de confianza, ya sea la pareja, familia o amigos, siempre es bueno, porque puede ayudar a poner las cosas en perspectiva. Y si ya es algo con lo que no se puede lidiar, siempre es bueno consultar con un profesional”.
¿Qué hacer, a nivel médico, si mi hijo o hija se enferma?
Ante la situación epidemiológica del país, especialistas y autoridades han recomendado tomar medidas preventivas enfocadas especialmente en evitar los contagios. El Ministerio de Salud, de hecho, hizo un llamado a que padres y madres evitaran llevar a sus hijos a lugares aglomerados, centros comerciales o reuniones sociales; así como también evitaran exponerlos a personas enfermas. Además, se ha sugerido ventilar espacios cerrados, lavarse las manos después de salir, usar mascarilla y evitar a toda costa accidentes domésticos (u otros), para no seguir sobreexigiendo las urgencias pediátricas.
Si aún así se enferman -algo que podría ser probable considerando la alta circulación viral-, hay que entender, primero que todo, que no existen medicamentos milagrosos para erradicar los síntomas de manera instantánea, dice la pediatra María Jesus Ponce (@jesu.pediatra). “Hay que bajar las expectativas porque no vamos a tener una solución inmediata”, dice y agrega: “Lo principal que podemos hacer es contener esto con medidas en casa”
Así, hay que ir viendo qué síntomas se presentan y actuar de acuerdo a ellos. Por ejemplo, en caso de congestión, dice la especialista, lo ideal es hacer aseos nasales (no usar descongestionantes) para que los niños puedan tener las vías más despejadas para respirar mejor.
Cuando hay tos, por su parte, no se recomienda el uso de jarabes que la eliminen, pues se trata de un mecanismo de defensa del cuerpo para movilizar secreciones. Sin embargo, se sugiere preferir alternativas naturales como el uso de miel.
Con la fiebre, ocurre algo similar, ya que, en cuadros virales, es normal que se presente entre 48-72 hrs. Así, el uso de antipiréticos puede ser una buena alternativa dependiendo de la edad. Para saber en qué momento hay que darlos, es clave tratar de mantener un contacto con los pediatras de cabecera en la medida que sea posible.
¿Y cuándo acudir a urgencias? Cuando existe:
- Fiebre por más de 72 horas o por sobre 40°
- Dificultad respiratoria (respiración agitada, en la cual se le noten las costillas; o silbidos al respirar)
- Decaimiento
- Vómitos persistentes