Fueron más de US$50 mil millones los que salieron desde las cuentas individuales de los afiliados del sistema de pensiones en tres reformas constituciones aprobadas por el Congreso entre 2020 y 2021. La cuarta fue rechazada en el cuarto trimestre de 2021 y este martes se acabó la “veda” legislativa para una nueva iniciativa, por lo que empezó a discutirse otra, con seis mociones parlamentarias al respecto.

Los parlamentarios que han votado para aprobar estas leyes, por lo general argumentan que su electorado se los pide y, por tanto, uno de los incentivos relevantes para actuar en esa línea es la posibilidad de conquistar el favor de los votantes, de modo de ser reelectos en sus cargos.

No obstante, en un estudio titulado “¿Quién vota por vaciar las cuentas de jubilación? Economía política detrás de las perturbaciones financieras”, elaborado por Rodrigo Wagner –PhD de Harvard y profesor de Finanzas de la Escuela de Negocios de la UAI -, en conjunto con Lucas Rosso -que comenzará este año sus estudios doctorales en Columbia-, se plantea que si bien “el voto del Congreso por el desahorro se ve afectado por las expectativas de reelección”, estas “expectativas no siempre pueden ser recompensadas por los ciudadanos”.

En esa línea, explica que los diputados que se postularon nuevamente para el Congreso en 2021, tenían 15 puntos porcentuales más de probabilidad para respaldar las iniciativas de retiros de fondos de pensiones, esto cuanto más cerca esté el proyecto de ley de las elecciones generales. Por su parte, los representantes que no pudieron postularse a la reelección en sus mismos distritos, fueron aproximadamente 20 puntos porcentuales menos propensos a votar por proyectos de ley de retiro de fondos de AFP.

El estudio detalla que durante la tramitación de los retiros, de los 155 diputados que conforman la Cámara, el 24% (37) ejerció en su último período, debido a la ley que prohíbe más de una reelección; el 54% (84) fue por la reelección en la misma Cámara (2 de ellos cambiaron de distrito), y el 21% (33) se fue al Senado. De los que concurrieron a la reelección, el 76% (64) fue reelegido como diputados, y el 55% (18) fue electo como senadores.

Además, de los 155 diputados originales, 61% votó a favor del primer retiro, 82% a favor del segundo, 75% aprobó el tercero y el 55% apoyó el cuarto, el que finalmente no fue aprobado por no cumplir con el quórum mínimo.

En general, dice el estudio, el análisis de los datos permitió llegar a tres conclusiones: es más probable que los candidatos a la reelección al Congreso voten a favor de los proyectos de ley de retiro, con un efecto que aumenta a medida que se acerca la elección; hay algún impacto positivo (aunque en general insignificante) de apoyar los proyectos de retiros, con un efecto mayor en los proyectos aprobados (y pagados) antes de la elección; y hay alguna evidencia de que los pioneros (es decir, los diputados que presentaban los proyectos de ley) tienen un beneficio adicional en relación con los otros partidarios de estos proyectos (seguidores).

Para llegar a dicha conclusión, los autores cruzaron datos de los votos en el Congreso y de la firma de mociones parlamentarias en proyectos que propiciaban los retiros, datos del TRICEL para saber los votos que recibió cada candidato en la elección de noviembre de 2021, así como si lograron ser electos ya sea en la Cámara de Diputados o el Senado.

Según Wagner, los datos “nos muestran varios matices, con una distinción clave para el momento actual. Por un lado, quienes votaron por los primeros retiros efectivamente recibieron un ‘premio electoral’ en términos de su probabilidad de conseguir un escaño en la elección de noviembre 2021. Y claro, los primeros retiros ocurrían en contextos de personas encerradas en sus casas o de una relevante brecha de producto y una inflación baja. Pero la situación fue muy distinta hacia septiembre de 2021 con el voto del cuarto retiro, donde la inflación ya se había desatado, además de contar con sendas ayudas como los IFE y de tener una economía con exceso de calentamiento”.

En tal sentido, señala que “los retiros en esas circunstancias son mucho más costosos para la sociedad y menos valiosos para el individuo. Lo interesante es que los ciudadanos no le otorgaron un premio electoral a quienes votaron por este último proyecto de ley, el cual ocurrió en un escenario de sobrecalentamiento económico. Esto es doblemente sorprendente, porque estaba a pocas semanas de la elección. La única excepción fue el puñado de pocos diputados que firma las mociones parlamentarias y que rentabilizan electoralmente para ellos su aparición en medios. En conclusión, pareciera que los votantes no necesariamente apoyan tanto a quienes votan por retiros en situaciones como las actuales, con un PIB mayor y mayor masa salarial que en 2021″.

De hecho, lo que muestra el paper es que el apoyo al cuarto retiro tuvo un impacto estadísticamente equivalente a 0 en términos de mayor votación por parte de los electores.

“Lo central es transmitir de que en situaciones normales (como septiembre de 2021), no hubo castigo a quienes se oponían a retiros. Bastante distinto al caso de cuando había encierros y donde no había inflación”, concluye Wagner.