El crecimiento de los primeros meses del año y el ajuste al alza de las proyecciones del BC confirman las proyecciones hechas por Hacienda desde el año pasado, a contrapelo de muchos analistas. ¿A qué atribuye las previsiones pesimistas que rondaron en agentes del mercado por muchos meses?

Las proyecciones que teníamos desde septiembre del año pasado, tanto para 2023 como 2024, fueron en su momento calificadas de optimistas. Incluso hubo una columna que hablaba de que vivíamos en un mundo paralelo respecto de la realidad económica del país. Ahora podemos constatar que esa realidad estaba mucho más cerca de nuestras proyecciones que de las del mercado o del propio BC.

El problema de muchas estimaciones que erraron tiene que ver con tres factores. Primero, una inercia con que tiende a mirarse la economía. Se hicieron proyecciones demasiado marcadas por el pasado reciente y no se tomó en cuenta que la economía va evolucionando, ajustándose, resolviendo problemas. Segundo, se prestó poca atención a la naturaleza misma del ajuste macro, que fue más eficiente que en otras ocasiones al concentrarse en el consumo como el componente del gasto donde se habían generado los desequilibrios. Tercero, en el afán por marcar ciertos puntos que son álgidos en el debate público y político, se sobreponderaron factores que, siendo importantes, no inciden tanto sobre el funcionamiento de la economía en los plazos más cortos. Esto ha tendido a generar este sesgo pesimista sobre la economía, sobre su dinámica y las proyecciones que espero que a partir de ahora comience a corregirse.

Usted dijo que se ha llevado la economía al debate político...

Me refiero a que la idea del estancamiento y de la supuesta indiferencia del gobierno frente al crecimiento ha estado en el centro del debate público en los últimos dos años. Muchas personas hablaron de crisis o estancamiento todo el año pasado, sin siquiera mencionar el hecho de que la economía tenía que hacer un ajuste para bajar la inflación, cuestión que era evidente para cualquier economista. Es el momento para que todos recalibremos la manera en que se ha estado conduciendo el debate económico en Chile y saquemos a la economía de la arena política, que no le hace bien ni a la economía ni a la política.

¿Un ejemplo de que la política contaminó el análisis económico fue comparar al Presidente Boric con el expresidente Allende en materia económica, tal como lo hizo -según sus palabras- un economista de “apellido compuesto”?

Esa comparación la veo como algo anecdótico, no ha sido seguida por nadie. Pero vale la pena contrastar el tono del debate político con la realidad que surge de mediciones y encuestas. Por ejemplo, el indicador de incertidumbre que calcula el BC viene bajando de manera significativa desde hace varios meses y hoy está por debajo de los niveles previos al estallido social. También desde el lado de las expectativas, el Indicador Mensual de Confianza Empresarial (IMCE) ha venido mejorando sistemáticamente desde hace meses. Los indicadores de confianza de los consumidores, con sus altos y bajos, también muestran una recuperación. Veo una brecha entre el tono del debate público en torno a la economía y lo que muestran distintos actores a través de estos indicadores.

02/02/2024 MARIO MARCEL, MINISTRO DE HACIENDA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Si bien hay un ajuste al alza de crecimiento para este año, éste se sustenta en demanda interna, externa y, quizás, expansión fiscal. ¿Le preocupa que este crecimiento 2024 sea poco sustentable y menos sano dado que la inversión caerá?

Un paréntesis antes: la política fiscal continuará su trayectoria de consolidación este año y el próximo. Nuestra meta es de un déficit estructural de 1,9% del PIB versus el 2,6% del 2023. Lo que es cierto es que estamos poniendo un énfasis mayor en la inversión en infraestructura que lo que se hizo el año pasado y eso puede ayudar a recuperar la Formación Bruta de Capital Fijo.

Como contexto, hay que considerar que esta última parte desde un punto relativamente bajo para 2024, dado el retroceso que tuvo en la segunda mitad del año. Por otro lado, tendremos condiciones financieras que van a mejorar por el hecho de que la política monetaria se va normalizando, van bajando las tasas de interés y debería ir mejorando el acceso al crédito, lo que es fundamental para la inversión. También están los indicadores de incertidumbre que mencionamos y, por último, está este mayor impulso desde el lado de la inversión en infraestructura pública. Sabemos también que el sector construcción está muy ahogado por distintos factores, por lo que seguimos impulsando medidas para estimular especialmente el crédito hipotecario. Entonces, diría que el 2024 no está para nada jugado en materia de inversión.

Bajo ese contexto, ¿podríamos crecer un 3% o algo más este año?

Queremos ser realistas en nuestras proyecciones. La credibilidad se gana siendo serios y evitando seguir las oleadas de la discusión pública. Estamos revaluando el escenario macroeconómico de cara al Informe de Finanzas Públicas que se publicará en mayo y ahí tendremos una nueva proyección. No obstante, no preveo grandes cambios respecto de nuestra proyección anterior.

¿Cree que detrás de la caída de la inversión haya aún una desconfianza empresarial?

Acá no ha habido ningún colapso de la inversión. En 2022 la inversión creció un poco menos del 3% y en el 2023 cayó un 1%, en medio del escenario más adverso en términos de condiciones financieras que hemos tenido en mucho tiempo. El comportamiento de la inversión en este período no ha sido muy diferente a la de otros ciclos. Hay señales de recuperación hacia el futuro según el catastro de proyectos de inversión de la Corporación de Bienes de Capital, especialmente en 2025. Pero siempre es posible que la situación política, confianza... puedan influir en decisiones de más largo plazo.

Pero lo que grafica un mundo privado más a la defensiva son las palabras de Ricardo Mewes, presidente de la CPC, quien ha dicho que aún hay incertidumbres con las reformas y un “sesgo ideológico antiempresarial en parte de la coalición”…

Para la primera parte de la pregunta, cito el indicador de incertidumbre mencionado, que muestra un nivel bastante normal de incertidumbre para nuestra economía. Esto no obsta que queramos -y ayude- reducirla aún más.

Hay que decir también que Chile es un país que requiere más recursos. Chile tiene un problema en materia de finanzas públicas. El ritmo de crecimiento de la demanda por recursos públicos derivado de cambios demográficos y de prioridades en la sociedad no va al mismo ritmo en que crecen los ingresos. Ese es un tema que sólo se va a atenuar cuando haya una respuesta robusta y persistente. Si no hay reformas, el problema no va a desaparecer y perseguirá a gobiernos siguientes.

Sobre el “sesgo ideológico antiempresarial de una parte de la coalición de gobierno”...

Uno no puede juzgar a un gobierno por lo que diga o piense algún integrante de la coalición política que lo sustenta. Los gobiernos hablan por sus actos, por las decisiones de política pública que toman. Estoy seguro de que en todos los gobiernos ha habido una diversidad de opiniones respecto del empresariado, incluyendo el gobierno anterior. Pero lo importante es qué es lo que se va haciendo. Este gobierno ha tomado una serie de temas que estaban en la discusión durante muchos años, respecto a los cuales se hizo muy poco, y tiene hoy iniciativas sustantivas para hacerse cargo de esos problemas, como es el de los permisos para las inversiones.

A varias semanas de la declaración del Presidente “más Narbona, menos Craig”, en que aludía a los hermanos Jean Paul y Andrónico Luksic y también a dos estilos empresariales, ¿cree que fue adecuada la alusión en un evento organizado por la propia familia Luksic?

No voy a calificar las expresiones del Presidente. El Presidente y varios ministros acudimos a la inauguración de la puesta en marcha de una planta desaladora de una importante minera privada. Valoramos esa inversión y conocimos de los planes de más largo plazo que tiene la empresa. Eso es para mí lo importante de ese evento.

02/02/2024 MARIO MARCEL, MINISTRO DE HACIENDA FOTO: MARIO TELLEZ / LA TERCERA

Pero usted es el ministro encargado de mantener las relaciones con el mundo empresarial, de reactivar la inversión, de dar el empuje…

Haría la pregunta al revés. ¿Creemos que se determina la relación con el mundo empresarial a partir de una frase en un discurso?

La puede lesionar, quizás…

Dejo ahí puesta la pregunta…

¿Conversó usted esto con el Presidente?

No mayormente sobre esto.

¿Existen dos almas en el mundo empresarial, tal como hace alusión el Presidente?

Los análisis basados en el número de almas han copado el análisis político por lo menos desde el gobierno del Presidente Lagos. Nunca he creído mucho en esa manera de analizar las cosas. Lo que veo en la dinámica empresarial es que siempre se van combinando las fuerzas de la innovación, que en Chile son importantes, con fuerzas más conservadoras. Espero que la innovación, el asumir riesgos y poner la mirada en el futuro, que es lo más propio de la naturaleza de ser empresario, sea lo que prime, no necesariamente en el discurso, sino en los hechos.

Es decir, que prevalezcan más los “Narbona”...

No le vamos a poner ningún apellido, porque la realidad es más heterogénea que esa.

Hace pocas semanas el diputado Gonzalo Winter reconoció que han fallado en la batalla por promover las ideas de izquierda y que eso se debiera revertir. ¿Está de acuerdo en que su coalición ha ido perdiendo la batalla cultural?

El diputado hizo varias precisiones sobre esa declaración después. Más que referirme a ese episodio, el punto central es cómo se hace política pública, hasta donde entendemos y explicamos por qué se hace lo que se hace, qué objetivo tienen los proyectos o las propuestas de reforma, vis a vis los instrumentos específicos. El gobierno no ha abandonado los objetivos de muchas de sus iniciativas. Por ejemplo, respecto a la reforma previsional, hemos señalado que no tenemos líneas rojas, pero que sí tenemos objetivos que lograr: mejorar las pensiones futuras y actuales de manera sostenible en el tiempo. Siempre vamos a estar en disposición a buscar acuerdos, flexibilizar posiciones, en la medida de que podamos mantener esos objetivos.

Es cierto que hay temas que se han agregado a la agenda de gobierno. Son temas que enriquecen al mundo progresista. Por ejemplo, el tema de la seguridad ciudadana. Es cierto que tradicionalmente ha sido un tema difícil de tocar para este sector político. Pero cuando uno ve de qué manera la inseguridad lleva a coartar la libertad de las personas, limitar el uso del espacio público y las relaciones sociales, uno se da cuenta de que la seguridad pública es un elemento fundamental para que las personas puedan actuar con mayor libertad, realizar sus proyectos y alcanzar un mayor bienestar en la sociedad. Luchar contra la delincuencia no es otra cosa que luchar contra el abuso en su forma más extrema y cruel.

¿El valor del crecimiento económico también cabe dentro de estas cosas que han sido adoptadas por del progresismo?

Es cierto que en el programa de gobierno no había mucha referencia al crecimiento. Es cierto que durante un buen tiempo se pensó que la economía crecía sola, que eran tantas las oportunidades de ganancias que la economía funcionaba igual, independientemente de lo que pasara con la política pública.

Pero la idea de que mejorar las condiciones materiales de vida de las personas depende también de que la economía se vaya expandiendo, es algo que se ha hecho bastante claro desde el inicio de este gobierno. Por cierto que durante una primera etapa nos tuvimos que dedicar a estabilizar a la economía, porque la inflación se estaba “comiendo” el poder adquisitivo de los hogares. Despejado ese tema, la agenda de crecimiento está ahí presente. El pacto fiscal tiene 36 iniciativas para estimular el crecimiento. A esta altura nadie podría decir que es un tema frente al cual el gobierno sea indiferente. Por supuesto, es importante que el crecimiento sea sostenible desde el punto de vista ambiental, que sea inclusivo para que llegue a todas las personas.

¿Le costó mucho convencer a nivel interno del gobierno y el oficialismo que el crecimiento no se genera solo?

Ha sido un aprendizaje que va mucho más allá de lo que se ha discutido durante el actual gobierno. Desde hace por lo menos una década que este tema está dando vuelta en el pensamiento progresista. A modo anecdótico, recuerdo que a las dos semanas de haber llegado al Banco Central como consejero, el entonces senador Carlos Montes me invitó a una conversación con los senadores del Partido Socialista para hablar sobre crecimiento. Fui con mucho entusiasmo a la reunión porque me pareció valioso que se discutiera el tema. Desgraciadamente, se generó todo un escándalo porque un consejero del BC asistía a una reunión política, pero lo importante en perspectiva es que ya en aquel entonces, en 2015, estaba activándose una discusión sobre crecimiento dentro del mundo progresista.

¿Es decir, se puede decir hoy día que el crecimiento también es parte de ser progresista?

El crecimiento es parte de una agenda económica que busca sostener el bienestar de la sociedad sobre bases sólidas.

Por lo tanto, también es progresista…

El crecimiento también es progresista en la medida que sea sostenible e inclusivo. En eso nuestra sociedad ha ido evolucionando y elevando sus estándares ambientales; ha ido fortaleciendo los sistemas de protección social y el mundo ha evolucionado en la dirección de eliminar parte importante de estas tensiones. Producir de manera sostenible es hoy una ventaja comparativa importante.

¿Cree que un buen manejo económico de gobierno en 2025, con tasas de interés bajas, inflación normalizada, salarios reales creciendo, una inversión recuperándose y un crecimiento aceptable puede salvar a este gobierno de tener un juicio menos negativo del que hoy tiene?

Lo abordaría de una perspectiva distinta. A propósito del pesimismo, se ha ido instalando la idea de que no podemos hacer más en muchos temas económicos y eso no es así. El 2025 vamos a tener una economía más estable y será mejor que la de 2024, entre otras cosas por los temas de inversión que comentamos. Una economía que, al mismo tiempo, va a estar haciendo una transición a una mejor perspectiva de mediano plazo, si es que logramos avanzar en todos los temas que están dentro del pacto fiscal, entre ellos estos temas de permisos para inversiones, por ejemplo. Por lo tanto, vamos a tener una perspectiva mucho más positiva no solo para el 2025, sino que también para los años que vengan.

Esto, pese a que el BC dijo que el crecimiento del 2025 puede ser menor al de 2024...

Para el BC el referente es el crecimiento tendencial. Pero el cuánto es la brecha que tenemos respecto del PIB tendencial es algo que se estima de manera muy indirecta. Nuestra visión es que hay capacidad ociosa suficiente en la economía como para crecer por encima del PIB tendencial el 2024 y el 2025. Mientras tanto, en estos dos años tenemos que trabajar en las condiciones que nos permitan aumentar nuestro potencial de crecimiento en plazos más largos. Lo que quiero decir es que esto de que nos vamos a frenar en el 2025, no lo suscribo.

En ese escenario 2025, con un mejor clima económico y de negocios como usted anticipa, ¿evaluaría una potencial candidatura a la Presidencia de la República?

Lo he señalado bastantes veces. Mi ambición hoy es sacar esta economía adelante y cualquier otra cosa no es más que un distractor e invitar a un conflicto que dificulte que pueda cumplir esta labor.

Pero usted es un político y a todo político se le pasa por la mente siempre esa posibilidad…

Conozco a hartos políticos, y cuando se mete ese “bicho” en la cabeza, cambia mucho su manera de actuar y cómo los ve el resto del mundo. Lo que quiero hacer es seguir trabajando en la manera en que lo he estado haciendo hasta ahora.