Un pequeño favor: crimen, comedia y esas cosas

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Dirigida por Paul Feig, responsable de gemas cómicas como Damas en guerra y The Heat, esta adaptación de la novela debut de Darcey Bell debería ser una cosa pero es otra, hasta que termina siendo la que se supone que sería. O algo así.


Hay películas raras por experimentales, por ultrapersonales y/o por herméticas. Pero también las hay que desconciertan por el mero hecho de diferir de lo que sugieren sus trailers. O por torcerle el brazo a las imposiciones de tal o cual género. Es el caso de Un pequeño favor, uno de los estrenos valiosos -y raros, insisto- de la presente temporada.

Dirigida por Paul Feig, responsable de gemas cómicas como Damas en guerra y The Heat, esta adaptación de la novela debut de Darcey Bell debería ser una cosa pero es otra, hasta que termina siendo la que se supone que sería. O algo así.

En principio, este es un thriller inmisericorde que tiene en su centro a dos mujeres: una madre soltera, la apoderada más comprometida del colegio y naciente youtuber de la cocina (Anna Kendrick), y una madre casada, apoderada del mismo curso, exitosa e intensa (Blake Lively). Contra lo que sugieren sus respectivos caracteres, se hacen amigas, pero los cercanos sospechan de una amistad por conveniencia, salvo el personaje de Kendrick, que termina metida en un forro que incluye una muerte. Eso sí, mejor no describir lo que sigue, so pena de caer en el spoiler. Lo que sí puede decirse es que la sucesión de pequeños y grandes momentos, así como las risas y sacudidas que de ahí se derivan, mantienen sistemáticamente la atención. Y la tensión. Incluso en quienes probablemente salgan reclamando del cine por no recibir lo que acostumbran esperar.

En su país de origen, Un pequeño favor sedujo a la crítica y a la taquilla, mix tan inhabitual como inhabitual es la película. El cine de Paul Feig, insigne relevo de la Nueva Comedia Americana de los 2000, hace participar de una al público de una narrativa llena de estímulos, de gestos, de acciones y de humor, donde el estilo es un arma. Puesto entre paréntesis lo del thriller, recuerda la comedia rocambolesca de los 30 y de los 40, atenta a olfatear su propia época y dueña de repartos que funcionan como un ballet. En este caso, la que comanda el buque es Anna Kendrick: la sabíamos comediante de nota, pero este rol es consagratorio.

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