Alejandro "Mono" González (1947) mira impresionado su mural afuera de la Estación de Metro Bellas Artes antes de posar para una foto. "Quedaron bonitos los colores, pero este mural no es na' mío", dice y luego aclara: "O sea sí es mío, pero lo hice desde el hospital".
En marzo de 2018, el artista callejero estaba comprometido con realizar el mural que se ubicaría junto a otro de Inti Castro, pero un problema en las arterias lo obligó a someterse a una operación al corazón que lo mantuvo meses afuera de las pistas. Aunque no del todo. "Mi hijo Sebastián me ayudó a cumplir con el encargo. Yo hice el boceto y él se encargó de proyectarlo desde el edificio de enfrente, lo boceteó en la pared y luego lo pintó junto al artista Matías Noguera (Matu). En realidad todos mis trabajos son así, colaborativos", dice el artista, quien a un año de la cirugía está plenamente activo.

Miembro fundador de la histórica Brigada Ramona Parra, con cuyos integrantes pintó en los 70 El primer gol del pueblo chileno, el mural de Roberto Matta en La Granja, a propósito del triunfo de Salvador Allende, el Mono González lleva más de 50 años dedicado al arte callejero con un estilo que ahora lo tiene recorriendo el mundo. Acaba de pintar murales en Fanzara e Ibiza en España, invitado por el Museo Inacabado de Arte Urbano (MIAU), uno de los espacios más importantes para el graffiti a nivel mundial. Mientras que la Asociación France Chili-Aquitaine invitó al artista a pintar un edificio completo en la Université Bordeaux-Montaigne y un mural en Saint-Emilion. A Francia, González volverá en septiembre, para estampar una obra en un barrio popular de París. 

A su vez, entre el 25 y 29 de ese mes participará, patrocinado por la Galería Lira, en su primera subasta de trabajos en el Disctrict 13 International Art Fair de la ciudad luz, donde además dará una charla sobre el arte brigadista chileno. El año lo cerrará pintando un mural en Haití (diciembre) y en Miami (enero), junto a Inti Castro.

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Mural pintado por el Mono González en junio pasado en Burdeos, Francia.[/caption]

En paralelo, el artista da marcha a su segunda campaña por el Premio Nacional de Arte (ya fue nominado en 2017), que suma más de 2 mil firmas en el sitio www.elmonoalnacional.cl, además del apoyo de figuras como el artista Guillermo Núñez, el arquitecto Miguel Lawner, el poeta Raúl Zurita, los tres premios nacionales; la ex directora de la Dibam Marta Cruz Coke, y la Fundación Venturelli. "No estábamos muy convencidos al principio de ir de nuevo, pero luego pensé que había que insistir. No me interesa la llamada jubilación de los artistas, sino que se reconozca el arte de la calle, el arte popular que siempre ha sido menoscabado por la academia", dice el artista sobre el galardón que este año se entregará a fines de septiembre.

"Esto es una provocación para las elites. En el fondo estamos reclamando que la academia fije los ojos en el arte popular. Que no pase como con la Violeta Parra o Lemebel, que pasaron desapercibidos con los premios", agrega el muralista, quien hizo en 2008 su obra más duradera al interior de la Estación de Metro Parque Bustamante.

¿Qué diferencias hay entre pintar murales en Chile y el extranjero?

Es súper diferente. Acá yo siempre he desarrollado el trabajo en la población. La idea de las brigadas siempre fue colectivo y participativo, apropiarnos del espacio público que es de todos y se pinta con los materiales que la gente presta, en los muros que la gente regala, toda la población participa con los cafecitos, los pancitos, las idas al baño. Afuera también pinto en barrios populares, pero es todo más profesional. Uno llega y está todo listo, las máquinas, el presupuesto, se trabaja con galerías, horarios y plazos. Pero a mí me encanta ese trabajo colaborativo que es de población y que es parte de nuestra identidad, eso es justamente lo que hay que rescatar y valorar.

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Obra realizada en el Parque la Aguada de San Joaquín, en homenaje a Víctor Jara.[/caption]

En 2011, el Mono González se transformó en director artístico del Museo a Cielo Abierto de San Miguel, iniciativa gestada por los propios vecinos y dirigentes de la población que se ha convertido en un referente local para la revitalización de los barrios. En tanto, junto a la Fundación ProCultura el año pasado pintó murales en Placilla y Lota con la idea de dejar uno de sus trabajos en cada región del país. Ambas organizaciones junto a Galería Lira, son los principales impulsores de su candidatura al Premio Nacional. Además, en 2016, el Mono González se sumó como uno de los organizadores del primer festival de arte urbano internacional Puerta del Sur que cubrió de murales la ribera del río Mapocho, y este año se hará en octubre por primera vez en el Cementerio General. "Acabamos de cerrar un convenio con la Municipalidad de Recoleta por tres años. La idea es pintar 10 murales e ir sumando otros 10 cada año. La idea es cambiar un poco la idea negativa y oscura de la muerte", cuenta.

La tía Violeta

Nacido en Curicó en 1947, Mono González se crío en el campo, muy cerca de la familia Parra, con quien comparte lazos familiares: su madre fue prima hermana de Luis Cereceda, primer marido de Violeta Parra y padre de Angel e Isabel. "El tenía un hijo antes que fue reconocido por la Violeta y con quien yo mantuve más amistad, le decíamos Chiruco. Ayudaba a cortar las entradas en la peña, pero como muchos chilenos se fue al exilio después del Golpe y falleció en Argentina", cuenta.

¿Qué le parece la carta de suicidio que se dio a conocer de Violeta recientemente?

Todos sabían de la existencia de esa carta, que se supone la encontraron en sus faldas cuando se mató, pero yo tenía otra historia que decía que se la había mandado con otra persona al mismo Nicanor. Creo que si bien es importante históricamente, estoy de acuerdo con Isabel cuando dice que al revelarse la carta otros valores están operando entre herederos de Nicanor y yo creo que hay que guardar más respeto porque él siempre lo hizo.

En la carta ella se refiere con cierta amargura a sus hijos Angel e Isabel porque la dejaron sola en la carpa de La Reina por preferir trabajar en la peña en Santiago Centro. ¿Qué opina de eso?

Yo fui solo dos veces a la carpa y solo una cuando ella estaba viva. La verdad es que no llegaba nadie porque quedaba requetelejos. Ahora es el centro de La Reina, pero antes era difícil llegar. Aprendí ahora de viejo que es un error pedirle a los hijos que se hagan parte de los proyectos de uno. Los jóvenes tienen que realizar sus propios sueños y somos los viejos los que tenemos que ayudar a los proyectos de ellos, no al revés. Por eso yo puedo trabajar en todo mientras tenga energía, pero también hay que cuidar el ego. Es importante hacer las cosas de la forma menos individualista posible, me gusta pensar que lo que hago es abrir caminos.