Pocos días antes de morir en enero del 2015, ya con una voz menguada por el cáncer de laringe, Pedro Lemebel le entregó un pequeño mapa de instrucciones a la directora Joanna Reposi. Ese instructivo era en verdad un anti-manual y más bien le abría las puertas a quien había estado ocho años registrando la vida y posterior crepúsculo del autor de Tengo miedo torero (2001). Se reducía en realidad a cuatro palabras: "Haz la película que quieras". 

Aunque difícilmente la realizadora pretendía hacer una cinta bajo los códigos tradicionales, es probable que aquella frase le estampara el "sello de garantía y aprobación" a su libertad de estilo: el documental, que rechaza las clásicas fórmulas de la galería de entrevistados y la en boga alta definición de imágenes, está en hecho en gran parte en súper 8, imitando los registros de la televisión en los años 80 y 90. 

Pero más allá de estas formalidades, Lemebel se desembaraza de los tópicos políticos y literarios normalmente asociados al autor de Zanjón de la Aguada. Viaja a otro lado. Están sus años ochenteros y noventeros, representados por su asociación con Francisco Casas en el dúo Las Yeguas del Apocalipsis y también se lo retrata a contraluz de la polémica, en su departamento de Merced, pero también en su viejo hogar familiar en la Población San Miguel de Avenida Departamental, donde creció. Se lo ve sonriente, pero también nostálgico, particularmente cuando recuerda a su madre, Violeta Lemebel.

"Siempre quise concentrarme en la etapa menos conocida de él, que desde mi punto de vista es todo el período performático", explica Joanna Reposi (1971), que conoció a Pedro Lemebel en el año 2000 cuando le tocó entrevistarlo para un capítulo del programa El show de los libros. Durante ocho años, desde el 2007 hasta su deceso en enero del 2015, lo registró, lo entrevistó y también, de alguna manera, padeció el carácter de un artista de temperamento variable. 

"Fueron muchos  años de trabajo, porque también hubo muchos períodos en que nos peleábamos y no nos veíamos. Hasta que otra vez nos reencontrábamos", recuerda la directora de la película que ganó la Competencia Nacional de la reciente edición del Santiago Festival Internacional de Cine (Sanfic).

El premio es uno de los varios galardones del documental estrenado en febrero en el Festival de Cine de Berlín, donde se quedó con el Teddy Award a la Mejor película. Los premios Teddy distinguen a obras que abordan personajes e historias de la comunidad LGBT, pero en honor a la verdad Lemebel se desmarca de etiquetas.

En ese sentido, la película se hace cargo además del espíritu políticamente comprometido de su retratado, que era comunista desde joven. Y he aquí otra disgresión de la película: la escritora Pía Barros cuenta que Lemebel solía ser mirado de reojo por los correligionarios comunistas y que muchas veces lo echaban de las reuniones. Simplemente no toleraban demasiado a un homosexual. 

A pesar de estos desaguisados, el escritor nunca renunció a su simpatía ideológica y fue muy cercano a Gladys Marín. Tampoco renunció a su olfato y amor por lo popular y pedestre: en la película de Joanna Reposi, él acostumbra a conversar con canciones de la baladista pop española Jeanette como música de fondo. El hit Amor de poeta es el soundtrack y Lemebel repite varias veces: "Yo no puedo estar sin música, no funciono sin estas canciones".

La realizadora lo explica así: "Era un hombre culto, muy inteligente, había leído a Michel Foucault, etcétera, pero era antes que nada un hombre pop. Decía: 'Antes que comunista, soy un artista pop´".
La película, que se estrena el próximo jueves en salas chilenas, se hace cargo tangencialmente de un artista solo, para quien el amor de pareja no fue un ingrediente sustancial en su vida. "El no tuvo un gran amor en su vida. No en el sentido de un compañero sentimental. Eso sí, la figura de su madre sí fue definitiva", dice Reposi.
Fotógrafa y con predilección por el arte de las diapositivas, la cineasta privilegió tomas con poca luz, baja definición y mucho grano. Como a veces suelen serlo las diapositivas. "Odio el HD, la alta definición. Me parece plástica, maqueteada, de cáscara, falsamente perfecta. Prefiero el grano del súper 8 y también opto por mezclar estilos, por la suciedad que eso significa. Eso tiene que ver más con la imperfección, por lo contradictorio que puede ser una vida como la de Pedro Lemebel", dice Joanna Reposi

https://www.youtube.com/watch?v=XnHqFz28BtU