Desde que pasamos nuestro examen de conducir, o incluso desde antes, tenemos claro que el manejo de un vehículo es un asunto que reviste una de las mayores responsabilidades. Es necesario mantener los cinco sentidos al servicio de la conducción para reducir al máximo las faltas de atención al volante, que en Chile son la primera causa de accidentes. En 2017 se registraron 25.046 siniestros por esta causa. ¿Sabías que la música también puede incidir?

Amy Belfi, investigadora de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Missouri, asegura que elegir la melodía adecuada en el primer desplazamiento del día puede influir en el ánimo del conductor hasta dos horas después de bajarse del auto. En la misma línea, la Universidad de Newfoundland (Canadá) concluye que el ritmo de la música afecta directamente al pulso cardíaco y a la actividad cerebral.

rock

De acuerdo con este informe, quienes oyen música con ritmos acelerados -como el rock- tienen un 20% más riesgo de sufrir un accidente de tránsito. Estimulado por el ritmo elevado, el conductor tiende a pisar más el acelerador. Si esto se conjuga con un volumen elevado, la capacidad de atención se reduce y la de reacción aumenta.

Otro estudio citado en la materia data de 2011. Fue dirigido por la psicóloga Victoria Williamson, del Departamento de Música de la Universidad de Sheffield. Según estos resultados, quienes escuchan rock se exponen a un riesgo mayor: el 31% afirma haber sufrido algún accidente menor, frente al 13% de quienes escuchaban pop.

Otros estilos tampoco son los más apropiados a la hora de conducir. El jazz, por ejemplo, cuya complejidad 'roba' atención hace que el automovilista pierda foco en el manejo. Lo mismo ocurre con estilos como el heavy o el rap. "La música pop es simple y repetitiva, la gente tiende a saberse la letra de memoria, por lo que ocupa menos espacio en la mente del oyente", explica Williamson.

Finalmente, la música clásica también invita a un estilo más relajado, aunque hay quienes la desaconsejan producto de que podría resultar en un efecto demasiado contrario al que se buscan, haciendo perder la concentración.