El chef ya adornaba los platos con hierbas aromáticas cuando Donald Trump salió del salón del Hotel Metropole de Hanoi y se subió a su limusina acorazada. No habría almuerzo, ni declaración conjunta, ni acuerdo. No habría levantamiento de sanciones, ni cierre de instalaciones nucleares, ni fin de la guerra de Corea, ni oficinas de representación recíprocas. Del fiasco de la cumbre Trump-Kim Jong-un solo cabe rescatar su amistad imperecedera. Sobre la delicada vajilla de ese hotel colonial en el que Graham Greene escribió El americano impasible quedaron el foie y el pescado intactos.
Fueron las sanciones, aclaró Trump en rueda de prensa. "Ellos querían que las levantáramos por completo", dijo. Pyongyang ofreció Yongbyon, la icónica instalación de donde salió el plutonio y uranio para los seis ensayos nucleares, pero rechazó el cierre de un segundo laboratorio que la inteligencia de Washington había detectado. "Están dispuestos a desnuclearizar una gran porción de áreas que nosotros les habíamos solicitado pero no podemos levantar todas las sanciones en esas condiciones. Aún existe una brecha. A veces, sencillamente, tienes que marcharte. Y esta era una de ellas", justificó.  
Trump y Pompeo sudaron para maquillar el revés y descartaron que vuelvan los desmanes nucleares norcoreanos y las mutuas amenazas de destrucción masiva. No es un punto final, sino un paréntesis en el camino, repitieron. "Han sido dos días muy productivos e interesantes", reveló Trump. "Estamos mucho más cerca ahora de alcanzar un acuerdo que hace 36 horas y mucho más que el año pasado", añadió Pompeo. "No ha ha habido un clima violento cuando nos hemos levantado, sino amistoso, nos hemos dado la mano y hemos acordado seguir negociando", perseveró Trump.

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La comitiva del líder norcoreano, Kim Jong Un ayer en Hanoi, Vietnam. FOTO: EFE[/caption]

Corea del Norte ofreció su versión opuesta ya pasada la medianoche. El ministro de Exteriores, Ri Yong Ho, negó haber llegado con la exigencia inflexible del total levantamiento de sanciones a Hanói. Dijo Ri que habían ofrecido el desmantelamiento supervisado por expertos internacionales de Yongbyon a cambio de la anulación sólo de las sanciones relacionadas con la economía civil que afectan a la vida de su pueblo. Añadió que la negativa de Trump les hizo entender su falta de voluntad de diálogo y advirtió de que Kim podría haber perdido su "deseo" de seguir con las negociaciones. La oferta norcoreana no cambiará aunque Washington pida más reuniones, avanzó. Y sugirió que Trump no dejó sentado a Kim, sino al revés. Era previsible que los dos líderes más ególatras del mundo discutieran ese honor.
El desenlace sorprende incluso estando Trump de por medio. El final abrupto se habría entendido en la anterior cumbre de Singapur. El Presidente había advertido de que le bastaría un cruce de miradas para medir la sinceridad de Kim y que se levantaría de la mesa si no le complacía. La química personal, dijo. Pero a Hanoi llegaron tras cálidas declaraciones de amor y la química acreditada. También llegaron tras febriles rondas preparatorias con Mike Pompeo, secretario de Estado, y Ri Yong-ho, ministro de Exteriores norcoreano. Dialogaron durante meses en Washington, Pyonyang y Estocolmo, por hacer la lista corta. Habría bastado con preguntar en algún momento por las exigencias a cambio del fin de las sanciones. Así lo recomienda la casuística para evitar bochornos bajo los focos globales. Los expertos debatían si el acuerdo sería bueno o malo, de máximos o mínimos. La falta de acuerdo nunca se contempló y es difícil disimular el fiasco con el manido argumento de que es preferible a un mal acuerdo.
"Es obvio que es un fracaso, ni siquiera ha habido una declaración conjunta", opinó Koh Yu Hwan, profesor de la Universidad Dongguk. "Ha habido un diálogo previo intenso y yo esperaba que acordaran al menos el levantamiento parcial de las sanciones", ha añadido en un panel de expertos organizado en el centro de prensa de Hanói. Los problemas internos de Trump tras la declaración de su exabogado en el Senado han sido muy mencionados como probable causa del desenlace.

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Trump y Kim durante la cumbre en Vietnam. FOTO: EFE[/caption]

Los observadores temían que su delicada situación le empujara a ceder más de lo razonable para salir victorioso. Trump repitió que el tiempo juega a su favor aludiendo a la urgencia norcoreana por lograr el final de las sanciones. Al argumento le sobra optimismo, porque el frenesí diplomático de Kim Jong Un en el último año ha dinamitado la estrategia estadounidense de aislamiento y, en cualquier caso, Pyongyang está acostumbrada a lidiar con una economía comatosa.
El escenario permite muchas conjeturas. ¿Perderá Trump el interés en el asunto norcoreano tras comprobar que carece del éxito fácil que esperaba? ¿Estamos ante un paréntesis o el final del camino? ¿Virará con más brío Pyongyang hacia China? El viaje de regreso en tren de Kim incluye una parada en Beijing para informar de la cumbre.
La crisis desatada en Hanoi, sea cual sea su gravedad, exigirá de nuevo al admirable y paciente Presidente surcoreano Moon Jae –in. El político progresista, quien ha hecho de la pacificación en la península coreana su misión vital, deberá recoger los pedazos y recomponerlos otra vez. Es comprensible su desazón porque el acercamiento pasa por la colaboración económica a ambos lados del paralelo 38 y está maniatado por las sanciones internacionales. Es probable que suspenda la presentación de un plan de colaboración anunciado para hoy. "Es una conmoción, estamos intentado averiguar qué ha pasado", confesaba un diplomático surcoreano.

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FOTO: EFE[/caption]