SEÑOR DIRECTOR

"Amortanasia", la llama Francisco "Papas Fritas" Salinas, es decir, una muerte asistida como acto de amor. Se trata del nuevo proyecto visual-político del famoso artista chileno, que se exhibe en el GAM a partir del 20 de junio, bajo el título "Razón de morir mi vida". Se entiende el juego de palabras: eros (amor) y thanatos (muerte) se juntan en un solo término, como si no fueran contradictorios. Dice el artista: "La muerte es un acto de amor que honra a la vida y devuelve dignidad a quienes lo piden, porque la vida, cuando ya no es vida, es tortura".

Si bien el proyecto parece interesante, por otro lado parece olvidar un punto esencial de nuestra experiencia: una muerte nunca puede ser un acto de amor, ya que la muerte es siempre un hecho trágico. Siempre. Y es trágico porque determina el fin de todas nuestras posibilidades.

Sería, entonces, justamente el revés: la vida es un acto de amor, porque de ahí se desprenden nuestras posibles acciones y relaciones. Si el amor es relación, y la relación se da entre seres vivos, necesariamente, la vida es la condición de posibilidad de amor. Siempre.

Por eso, devolver a la vida un ser humano que quiere morir -cuando se puede- es un acto de amor; empujarlo, para que se mate, es cruel, sin más. Si es que creemos en la verdad de las palabras.

Luca Valera

Director Centro de Bioética UC