Columna de Ignacio Walker: La geopolítica del conflicto palestino-israelí

Frente al horror que hemos conocido desde el ataque terrorista de Hamas del 07/10 contra la población civil de Israel, y el escalamiento subsiguiente del conflicto, tal vez convenga tener presente los orígenes de la geopolítica de este conflicto con miras al establecimiento de unas negociaciones que puedan llevar a buen término.


Qué duda cabe que palestinos y judíos tienen sobrados argumentos bíblicos, históricos y de todo tipo para habitar las tierras conocidas como “Palestina” desde los tiempos del Imperio Romano hasta la creación del Estado de Israel en 1948. Ambos pueblos han conocido la diáspora, ambos pueblos tienen raíces indudables como para pertenecer y permanecer en esas tierras.

Los orígenes de la geopolítica del conflicto palestino-israelí se pueden ubicar en la Declaración Balfour del 2 de noviembre de 1917, en que el ministro de relaciones exteriores inglés, Arthur Balfour, en carta dirigida a “Lord Rothschild”, representante de la comunidad judía en Gran Bretaña, actuando a nombre del gobierno de S. M., “contempla con beneplácito el establecimiento en palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”, comprometiendo los mejos esfuerzos para llevar a buen término esa empresa.

Esa declaración de 67 palabras, que transformó la realidad el Medio Oriente en los próximos 100 años, tomó cuerpo bajo el “Mandato Británico” (1923-1948) resultante de los acuerdos entre Gran Bretaña y Francia para repartirse (literalmente) el Medio Oriente tras el fin de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Otomano. El 24 de julio de 1922 la Liga de las Naciones le dio su respaldo, confirmando el compromiso con el establecimiento de un “hogar nacional Judío”.

Simultáneamente, durante la Gran Guerra (1914-17), Gran Bretaña alentaba a los países árabes a abandonar y entrar en conflicto con el Imperio Otomano, prometiéndoles el apoyo para la constitución de una gran nación árabe al término de la guerra. Lo que ni Francia ni Gran Bretaña le transmitieron a los árabes, sin embargo, es que el 16 de mayo de 1916, ambos países, aún con pretensiones imperiales, suscribían el acuerdo secreto Sykes-Picot sobre cómo se distribuirían los países del Medio Oriente terminada la guerra, quedando Palestina para Gran Bretaña. Solo en medio de la Revolución Bolchevique aparecieron y fueron difundidos los términos de ese acuerdo, causando estupor entre los países árabes, lo que se sintieron engañados.

Durante todo el “Mandato Británico” tuvieron lugar las grandes migraciones de Judíos desde Europa hacia Palestina, las que se vieron reforzadas bajo las persecusiones y el Holocausto durante la Alemania Nazi. El desequilibrio generado entre las poblaciones palestina y judía, a raíz del proceso de inmigración, generó fuertes conflictos armados en los años 30, con el surgimiento de grupos para-militares por lado y lado, recurriendo incluso a actos terroristas, con una fuerte polarización del conflicto. En 1947 la ONU aprueba la creación de dos estados, uno árabe y otro judío, y el 14 de mayo de 1948 se crea el Estado de Israel.

El recuerdo de la Nakba (desastre, catástrofe), referido a la diáspora del pueblo palestino en los años 1946-48, debe ser tenido en cuenta cuando se recuerda, trágicamente, como en estos días y en los últimos años y décadas, los efectos de la política de las grandes potencias. El número de refugiados que debieron abandonar sus territrios ancestrales, inicialmente unos 700.000, se vio incrementado tras la ocupación de Gaza y Cisjordania producto de la “Guerra de los Seis” (1967), hasta bordear los cinco millones al día de hoy.

Gran Bretaña había impulsado tanto el nacionalismo judío como el nacionalismo árabe, hasta que ya no pudo más al encontrarse bajo fuego cruzado de lado y lado, abandonando Palestina y poniendo fin a su Mandato el mismo día en que Ben Gurión inauguraba el Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948.

Frente al horror que hemos conocido desde el ataque terrorista de Hamas del 07/10 contra la población civil de Israel, y el escalamiento subsiguiente del conflicto, tal vez convenga tener presente los orígenes de la geopolítica de este conflicto con miras al establecimiento de unas negociaciones que puedan llevar a buen término los variados compromisos de las autoridades de Israel y de Palestina, con la participación de las grandes potencias y de la ONU, asegurando que palestinos y judíos pueden vivir en paz, en las tierras de sus ancestros.

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