SEÑOR DIRECTOR

La pandemia ha puesto brutalmente en evidencia que los contextos en nuestro país son muy diversos y desiguales. Las condiciones que impone una “docencia telemática” requieren adaptación y sobre todo capacidades para articular los diferentes recursos emocionales y pedagógicos.

En este escenario incierto y complejo, el Mineduc insiste paradójicamente en activar y aumentar las evaluaciones Simce para medir el impacto de la pandemia en los aprendizajes, cuando sabemos que existen otras alternativas validadas y necesarias para monitorear y mejorar las áreas de aprendizaje.

Para mayor sorpresa, el nuevo plan repone el Simce en 2º básico, desestimando por un lado las evaluaciones muestrales y progresivas, y por otro, echando por la borda todas las consecuencias que se analizaron para suspender esta prueba a niños de 7 años. Dentro de los riesgos reconocidos y sensibles para los primeros años educativos está el incremento de las prácticas escolarizantes con recargas excesivas de tareas en los cursos del kínder y prekínder para lograr que los niños salgan leyendo y escribiendo, con el argumento de mejorar el rendimiento en los puntajes en el Simce.

Definitivamente este gobierno no reprime su nostalgia por el pasado, lo que es particularmente incomprensible e inadecuado en los actuales contextos, donde los más pequeños, sus familias y los docentes serán de los más afectados por esta nueva presión.

María Isabel Díaz

Educadora, Ex subsecretaria Educación Parvularia