Vestirse de blanco guarda perfecta coherencia con el verano. Blanco y calor hacen, el uno por el otro, exactamente lo que se espera de ellos. Esta temporada coinciden, además, en ser una fuerte tendencia en desarrollo. Pero los códigos del blanco son difíciles de manejar. El mayor desafío está en saber cómo sobrellevar su más evidente problema: la transparencia que les es propia a las telas blancas. La solución puede estar en aprovechar la transparencia y darle su valor. El otro dasafío, no parecer disfrazada de doctor o panadera.