Paula 1123. Sábado 8 de junio 2013.

HOMENAJE AL ABRIGO

El abrigo es el más misterioso protagonista de la moda. Todo aquello que tapa queda siempre bajo un signo de interrogación. ¿Qué ocurre bajo él? ¿Cómo es ese cuerpo que esconde y que abriga?

Su protagonismo es ineludible y definitivo. Sin embargo, la falta de estridencia formal que lo ha acompañado en el tiempo lo ha convertido en un actor principal, discreto, carente de ego. Su ADN no da cabida a decorados ni parafernalia, no le son necesarias. Es tan perfecto en su forma y fondo que no precisa de elementos extras para llamar la atención. Los abrigos sobreviven dignamente a las modas y tendencias. Evolucionan, sí, en su silueta –por momentos más anchos, largos, entallados o cortos–, pero siempre se mantienen en una paleta de colores relativamente acotada, y en una gama restringida de materiales.

De todas las prendas que la moda entrega es la que mejor representa el acto de cubrirse. Abrigarse, como verbo, viene de él, y su significado tiene resonancias emocionales íntimamente ligadas a la protección y al abrazo. Es, de todas las prendas, la más emocional, la más duradera, y la menos proclive a los cambios de temporada. Un abrigo nunca, pero nunca, se ve pasado de moda. Porque nunca, pero nunca, necesita estar a la moda. Sus códigos de construcción son tan clásicos y perennes que sobreviven al tiempo con la grácil elegancia de una mujer bella y vieja que jamás se ha puesto bótox.

Quién no ha tenido en su clóset el abrigo de la abuela, el de la madre, el de la tía. Pasan los años y los abrigos perduran. Y en cada vuelta su belleza cobra una nueva vigencia.

El desfile de Paula en Ropero 2013 fue un homenaje al abrigo y a sus ecos en nuestra vida. Los mismos elementos de simpleza que se requieren para su construcción fueron elegidos deliberadamente como estilismo para este desfile.

Esta propuesta es un juego de contrarios entre la máxima desnudez a la que puede aspirar una mujer estando vestida con una sola prenda –el body negro que usaron las modelos– y la máxima envoltura a la que puede acceder vistiéndose también con una sola prenda: el abrigo. Entre ambos queda solo la piel expuesta.