1. Nunca he llegado al orgasmo.

Que a las mujeres les cuesta más tener un orgasmo, en comparación con los hombres, no es novedad. De hecho, según datos del informe Kinsey, un informe de 1948 que sigue siendo la "biblia" sobre el sexo, el 92% de hombres de 15 años ha experimentado alguna vez un orgasmo, mientras que el 75% de mujeres, de la misma edad, nunca lo ha sentido. Valeria Rosales, psicóloga y directora de Sexología Chile, explica que esto se debe a que generalmente las mujeres van descubriendo su cuerpo tardíamente porque la masturbación siempre ha sido un tema tabú, entonces recién en el encuentro sexual, se descubren a sí mismas. Incluso se dice que muchas lo logran a partir de sus 40 años porque hay una liberación del cuerpo. "El orgasmo es un aprendizaje. Se puede llegar a través de la estimulación vaginal y del clítoris. Cada uno se siente de una manera diferente. Sin embargo, el primero requiere más trabajo porque se necesita de movimientos específicos para llegar, en cambio el segundo, es por frotaciones", explica. Muchas de sus pacientes la han visitado con la excusa de que sus parejas son 'malos amantes' y que por eso nunca han experimentado uno, pero para Valeria el error está en pensar que un tercero debe encargarse de entregar placer. Ella les enseña que uno es la dueña de su propio placer y les entrega las herramientas para saber buscarlo. "El objetivo es aprender porque o sino, habrían problemas cada vez que se cambia de pareja. La conversación en el acto sexual es lo más importante. Uno tiene que mencionar qué le gusta porque el otro no puede andar adivinando".

Josefina Lazcano, psicóloga con postgrado en Terapia Sexual de la Universidad de Barcelona, concuerda. Gran parte de sus pacientes han acudido a terapia por la misma razón. Para ella, tiene que ver con un tema educación. "Se ha visto en varios estudios que alrededor del 70% de las mujeres tienen orgasmos a través del clítoris y un 30% por penetración, sin embargo, hay libros de sexualidad en Chile donde ni siquiera se habla del clítoris, pese a que sea el órgano del placer", afirma. Su trabajo consiste en explicar de qué está hecha la sexualidad femenina, en normalizar el uso del cuerpo y enseñar el autoconocimiento. También, cuenta que ha sido testigo de la frustración que le genera a muchas el tema, sobre todo, porque les da pudor enseñarles a sus parejas que su excitación está principalmente en el clítoris, por ende, necesitan de la masturbación. Según Valeria, gran parte de la desilusión sexual de las mujeres se debe también a pensar que el orgasmo debe ser la máxima meta y creer que una relación no puede ser satisfactoria si no se tiene. Muchas veces no es necesario, sin embargo, si hablamos de números, su recomendación es que de cinco encuentros sexuales, la mujer tenga un orgasmo al menos en uno.

2. Perdí el deseo sexual

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Gianella Poulsen, jefa de Unidad de Terapia de Pareja y Sexualidad de Red de Salud UC CHRISTUS, explica que a muchas parejas les cuesta mantener el deseo con el paso del tiempo, ya que necesitan cambiar la forma de entrar a la sexualidad y no saben cómo hacerlo. Ella usa la siguiente metáfora para ejemplificarlo: cuando la relación está recién comenzando es como un calefón de encendido automático, el sexo fluye solo, en cambio en la convivencia y en la vida de pareja estables, la sexualidad es como un calefón antiguo, que necesita de mayor trabajo para encenderse. Según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Southampton, la University College London, la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y la Universidad de Glasgow, tanto hombres como mujeres pierden el interés por el sexo tras vivir durante un tiempo con sus parejas, sin embargo, las mujeres son dos veces más propensas a esta realidad. Para llegar a estas conclusiones, usaron los datos de la Encuesta Nacional de Actitudes Sexuales y Estilos de Vida, que recoge las declaraciones de 6.669 mujeres y 4.839 hombres en edades comprendidas entre los 16 y los 74 años. Entre ellos, el 34% de las mujeres admitió perder el deseo sexual, mientras que en los hombres solo un 15% dijo lo mismo. Según Gianella esto ocurre porque en algunos casos la única interacción que se tiene con la pareja es por un tema doméstico y el vínculo amoroso se deja de erotizar. "Además, nosotras nos demoramos más en sentir deseo porque en reposo, un hombre tiene un 60% del cerebro apagado, en cambio las mujeres, un 90% prendido, entonces estamos siempre pensando en mil cosas. Cuando ellos sienten un estimulo sexual, prenden con mayor rapidez, en cambio nosotras necesitamos más tiempo", dice. Josefina, agrega, "este es uno de los temas más complicados de la sexualidad. Tiene que ver con muchos factores que están alrededor y en relación al cuerpo. Cada caso es distinto, pero sí veo que en una gran mayoría la tecnología puede ser el gran culpable". Cuando les pregunta a sus pacientes qué hacen después del sexo, un alto porcentaje reconoce que ve inmediatamente el celular. Esto, según ella, genera una desconectividad con el otro, lo que provoca un distanciamiento del próximo encuentro. "La sexualidad femenina tiene mucho que ver con el encuentro del pasado. Si terminé contenta, motivada y satisfecha, es muy probable que quiera tener sexo pronto, pero si pasa lo contrario, se genera una desconexión. Algo similar ocurre con los roles. Si siempre es la pareja la que toma la iniciativa, uno pierde la autonomía y pasa a cumplir con un rol 'pasivo', lo que termina autogenerando una falta de deseo", explica.

A ambas también les ha pasado que muchas de sus pacientes sienten que son sus parejas las que perdieron el deseo. "Esto es algo que recién se les está permitiendo a los hombres, porque durante mucho tiempo él ha estado obligado a tener ganas y por consecuencia, nosotras también pensamos que siempre las tienen que tener, y aunque muchas estén súper abiertas al tema, les hace un cosquilleo que no las busque. Hay que derribar ese tipo de mitos", dice Gianella.

3. No puedo lograr la penetración

El servicio de salud pública de Reino Unido, el NHS, define el vaginismo como la reacción automática del cuerpo al temor de alguno o todo tipo de penetración vaginal. Los músculos vaginales se contraen y la mujer no consigue controlarlo. "A estas personas no les entra ni un tampón, ya que se aprietan y quedan como una pared a la que no le entra nada", cuenta Dafna Dukes, del Centro Chileno de Sexualidad. La razón según ella, se debe a un tema de educación restrictiva o casos de abusos que no han sido contados. Gianella cuenta que pese a tratarse de casos aislados, este año recibieron un alto porcentaje de mujeres que consultaban por este problema. "El contexto religioso también influye un montón. Si uno crece en una familia tradicional pensando que tenías que llegar virgen hasta el matrimonio, cuando tienes un pololo y te excitas, los músculos se contraen porque sienten una amenaza. Es como un entrenamiento, sientes excitación y te cierras automáticamente. Entonces después, cuando las mujeres se casan y tienen todos los permisos de la Iglesia y sociedad, el cuerpo no cambia", explica. Para solucionarlo, se debe trabajar con terapia y kinesiólogo. "Es un tratamiento lento, pero que no debería durar más de un año. La mujer debe hacer ejercicios para apretar y soltar los músculos. Se empieza por lo más simple, hasta ir agregando de a poco penetración con dedos y dilatadores", dice Dafna.

La sexóloga Carolina Carrasco, del Centro Psicológico Reviva, calcula que un aproximadamente un 30% de sus pacientes acuden a ella por vaginismo, sin embargo, principalmente por uno que se origina después de un hecho en particular. "No son personas que lo sufren desde el comienzo de sus relaciones. No es que tengan 'nudos', sino que se contraen por el tipo de relación de pareja que están teniendo. Muchas veces puede ser por sospechas de infidelidad, post parto, tensión o estrés. Esto le pasa a mujeres que son autoexigentes, rígidas y muy pegadas a la perfección", explica.

4. No puedo ser madre y amante al mismo tiempo

"Hay un periodo, que dura alrededor de un año, en el que la mujer está desconectada de su cuerpo. Este pasa ser de sus hijos físicamente y emocionalmente. Se convierte en un medio de alimento, de cuidado, más que de sensualidad", cuenta Josefina. Para Valeria, la falta de deseo después de la llegada de un hijo tiene que ver con un tema de roles. "Pasa un montón que las mujeres se desconectan sexualmente de su pareja y pasan a ser solo madres. Por esta razón es importantísimo saber dividir los roles, sin embargo, en Chile todavía hay una cultura en que casi todo el trabajo de crianza se lo llevan ellas". Gianella explica que como la mujer tiene un cerebro mucho más activo, le cuesta desligarse de lo que está pasando con los hijos. "El principal problema es hacer que coexista la madre y la amante. Hay que integrar ambas funciones. Muchas parejas no saben tener intimidad y, por ejemplo, no usan pestillos en sus puertas, entonces su sexualidad está siempre expuesta a que pueda llegar un niño. Hay que buscar lugares para desconectarse", cuenta.

5. Tengo fantasías sexuales

En el último tiempo, Josefina Lazcano ha recibido a varios pacientes que acuden a ella porque sienten culpa de sus fantasías sexuales. "Son pensamientos que les cuesta asumir por temas morales y éticos, y tienen miedo de que se trate de una perversión. Algunas vienen porque reconocen que piensan en otra persona cuando tienen sexo con su pareja, pero eso es súper normal, muy esperable. Todo lo que quede en la fantasía, es fantasía. No es malo salirse un poco de lo habitual y agregar un poco de creatividad", cuenta. Carolina concuerda "cuando uno tiene una idea muy rígida de la sexualidad, es absolutamente normal sentirse culposo al pensar en otro. Cada uno vive su intimidad de la manera que quiere, pero me atrevo a decir que fantasear puede ser muy beneficioso, sobre todo porque ayuda a ser fiel. Los que reprimen sus pensamientos, tienen más posibilidades de ser infiel. Es como una olla a presión, en algún momento explota". Otras pacientes de Josefina aseguran sentirse extrañas porque disfrutan del porno lésbico y son heterosexuales. Según ella, esto no quiere decir que sean lesbianas y es muy común que una mujer fantasee con una escena lésbica, ya que culturalmente el cuerpo de la mujer siempre ha estado asociado a la sensualidad, a un sexo más soft, con mucha previa. Se trata de algo corporal.

Los casos que ha atendido Dafna Dukes son diferentes. Sus pacientes llegan con fantasías asociadas al sometimiento. "Muchas tienen asociado el deseo al tema del masoquismo y fantasean con cosas dañinas, un sexo relacionado con violencia. Se dan cuenta de esto y se asustan porque no quieren sentir placer solo a través del dolor. Ahí yo les propongo un cambio de 'software' en el que este pensamiento debe ser reemplazado por uno que no sea autodestructivo". Las tres sexólogas aseguran que si la fantasía es continua y uno solo puede excitarse a través de eso, hay un problema que se puede transformar en una perversión.