LA PREGUNTA

“Como mujer adulta y madre me he preocupado, especialmente en el último tiempo, de reforzar mi amor propio ya que, como muchas, por años me dejé pasar a llevar en diversos ámbitos de mi vida. Por eso mismo me gustaría también que mis hijas no pasen por lo que yo pasé, y siento que la manera es que desde ahora, que son niñas, se aprendan a querer, pero no tengo claro cómo se les habla de amor propio cuando son niñas y niños".

Claudia Valdebenito, 34 años.

LA RESPUESTA

El amor propio o capacidad de quererse a uno mismo es un concepto que en los últimos años ha tomado fuerza con la idea de derribar estereotipos y aceptarnos tal y como somos. Y aunque por lo general se habla de esto desde el punto de vista físico y de relaciones con foco en la vida adulta, desarrollar el amor propio y tener una sana autoestima es el resultado de una construcción personal que se inicia en la infancia y se extiende a lo largo del ciclo vital. “Tiene que ver con el concepto que tengo yo sobre mí mismo y con las cualidades positivas que reconozco en mí, que son las que nos ayudan en el futuro a tener un autoestima saludable”, explica la psicóloga infanto juvenil Rocío González.

Explica también que tener una autoestima saludable nos ayuda en el desarrollo de diversas habilidades sociales, a resolver conflictos y construir relaciones sanas. Pero el amor propio no es algo innato, nadie nace con una buena o mala autoestima, sino que se construye a través de la interacción social y desde muy pequeños. “Incluso desde antes que desarrollen el lenguaje les entregamos calificaciones a niñas y niños. Y aunque solemos creer que a partir de los 4 o 5 años recién nos entienden, la verdad es que eso ocurre desde que nacen, solo que al comienzo no se pueden comunicar de manera directa con nosotros. Pero el relato y el ejemplo de las madres y padres es muy significativo”.

En ese sentido existen diversas estrategias que como adultos cuidadores podemos hacer para enseñar a niñas y niños a quererse un poco más:

  • Evitar las etiquetas y las correcciones. Decirle a una niña o niño que es mentiroso o desordenado, es ponerle una etiqueta que ellas y ellos pueden comprender como una característica de su personalidad. “Es importante considerar que están aprendiendo y que todavía no saben hacer muchas cosas, es probable que lo intenten pero que no les salga bien. Por eso es esencial comprender que en ese proceso hay un esfuerzo y por tanto la atención del adulto ha de centrarse en el proceso más que en el resultado”, dice González.
  • Nunca compararlos. Rocío explica que esa típica frase: “Mira cómo se comporta ese amigo o compañero”, es muy común entre madres y padres. “Suelen usarla pensando en que la niña o niño va a entender que tiene que hacer lo mismo, pero esa comparación puede generar frustración e incluso que hagan todo lo contrario. Por eso es clave que las madres y padres acepten a sus hijas e hijos como son, sin esperar que se transformen en otra persona”.
  • Ser un modelo a seguir. “El modelamiento es la mejor forma de enseñar. Si yo estoy todo el día diciendo que me veo mal o haciendo acciones en las que no dejo que los demás me respeten o me pasen a llevar, seguramente mis hijas e hijos entiendan que eso es lo correcto y repitan esas conductas y actitudes”, dice la experta.
  • Criar con amor y afecto. Que se sientan apreciados y queridos, y desde ahí entregarles herramientas, explica González. “Las niñas y niños que reciben amor de otros, aprenden también a quererse a sí mismos. Es muy importante que crezcan en un entorno seguro, respetuoso y con amor”.
  • Enseñar autonomía: “Algunas veces las madres y padres, con el fin de reforzar ciertos comportamientos, usan alabanzas que terminan haciendo que las niñas y niños se hagan dependientes de esa ‘admiración’. Lo correcto es usar expresiones de aliento como ‘te felicito, esto es gracias a tu propio esfuerzo’. Y también dejarlos que cumplan ciertas responsabilidades acorde a su edad, como que se vistan solos, aunque al comienzo lo hagan mal. El típico ejemplo es el de hacer la cama. Cuando las niñas y niños comienzan a hacerla por lo general la dejan desordenada, pero si las madres y padres les dicen que lo hacen mal o la ordenan delante de ellas y ellos, les están entregando el mensaje de que no son capaces. Fijarse en todo esto es reforzar su autonomía, superación y por ende, su amor propio”, aclara Rocío.

Y concluye: “Trabajar el amor propio es importante desde pequeñas y pequeños porque en otras etapas como la adolescencia comienzan a surgir cuestionamientos a uno mismo; la apreciación de los demás y particularmente de los pares se hace importante, incluso más que la de los padres. Se desatan conflictos a nivel emocional que pueden ser súper complejos y es importante tener una base de amor propio, porque es la única manera de que se hagan respetar por otras y otros”.