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Es como entrar en una mente dañada y ver allí la angustia viva. El reducto de la miseria humana, de la fragilidad mental y afectiva. Prefiero que me coman los perros no es una obra para cualquiera, y aun así se ha presentado a función completa desde que inició su temporada el 4 de agosto. Poco a poco se corrió la voz; algo tenía esta puesta en escena que la hacía de verdad un imperdible de la temporada.

Tal vez es el texto certero y lleno de giros narrativos de una de las dramaturgas jóvenes más reconocidas del último tiempo -Carla Zúñiga-, o la dirección de Jesús Urquieta, que logra coordinadas conjunciones del movimiento de las piezas en escena. Tal vez es la interpretación excepcional de la actriz y escritora Nona Fernández (la ex parvularia), o el contrapeso necesario que le hace Montserrat Estévez (su sicóloga). Lo cierto es que la combinación de factores resulta en un montaje redondo que apenas con dos sillas, un espejo en la pared, impecables proyecciones de imágenes y sonoridad, logra gran profundidad de emociones en el espectador, desde el repudio o rechazo hasta la compasión y el dolor.

La sinopsis dice así: "Diez años después de un accidente de trabajo del que es responsable, Eugenia intenta sanar su pasado en el diván de una sicóloga. Con ella entablará una intensa y absurda relación, en donde descubrirá que no es la única que debe enfrentar sus culpas. (…) la obra muestra personajes presionados por un escenario laboral precario en el que negligencia y sentimiento de fracaso surgen como hilo conductor que los reúne". Pero sería reduccionista decir que la mísera salud mental o delirantes comportamientos de Eugenia se deben solo a un escenario laboral precario. Al menos no se muestran con potencia en la obra, sino que se ve una dramática ausencia de afecto y contención de sus padres.

Es especialmente interesante el contrapeso en todo sentido que se da entre sicóloga y paciente: la primera es pausada, contenida; la segunda, expansiva e impulsiva. Ambas están dañadas y guardan culpas y, aunque con diametral diferencia conductual, son un espejo de la otra. Quizás por eso el detalle de que utilicen las mismas zapatillas.

Una obra ineludible para quienes estén dispuestos a adentrarse en el horror de la decadencia y la angustia. Se dice desde el título: Prefiero que me coman los perros es morir lenta y dolorosamente.

Coordenadas:

Últimas tres funciones: Viernes 26 y sábado 27 a las 21 hrs; Domigno a las 20 hrs. en Teatro del Puente. Parque Forestal s/n, entre puentes Pio Nono y Purísima. Venta de entradas en Ticket.dale.cl