La paridad no tiene dueño político

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La sesión de ayer en el Senado fue vista con atención por diputadas opositoras.

Existe abundante evidencia académica y práctica que muestra los beneficios de una mayor participación de mujeres en todos los ámbitos de gestión, particularmente en aquellas relacionadas con resolución de conflictos, anticorrupción e integridad.


Hace unas semanas, mujeres profesionales dedicadas a temas de compliance e integridad corporativa nos reunimos para debatir sobre el estallido social que afecta a Chile. El potencial recrudecimiento del malestar ciudadano a partir de marzo nos llevó a una conclusión -diría- unánime: no hay espacios para más pasividad frente a la corrupción y prácticas empresariales percibidas por la ciudadanía como abusos. Estas conductas son el centro del estallido y hay que hacer algo al respecto.

Llegamos a otra conclusión igual de abrumadora: la paridad no tiene un dueño político. En efecto, existe abundante evidencia académica y práctica que muestra los beneficios de una mayor participación de mujeres en todos los ámbitos de gestión, particularmente en aquellas relacionadas con resolución de conflictos, anticorrupción e integridad. Quienes estuvimos en el encuentro pudimos corroborar nuestro rol para aliviar los climas laborales, contribuir en la búsqueda de soluciones a distintos problemas y conflictos al interior de nuestras organizaciones, desde la empatía y la colaboración.

En el debate constitucional se pondrán a prueba estas habilidades para lograr acuerdos, acercar posiciones, generar espacios colaborativos y consensos estables. Creemos que se requiere de mujeres con experiencia en estas áreas de negociación.

La corrupción pública y privada expresada en casos de colusión, uso de información privilegiada, financiamiento ilegal de la política, soborno y cohecho, ha causado un daño tremendo a la credibilidad del modelo. Con justa razón, la ciudadanía califica estos actos como abusos, particularmente agravados ante esta sensación de precarización de los derechos sociales en áreas como pensiones o salud. Si no corregimos la sensación de abuso sistemático, no habrá Constitución que soporte otro estallido social.

El proceso constituyente nos encuentra con una fuerte polarización y es fundamental cambiar este escenario sobre la base de liderazgos colaborativos e integradores. Como profesionales dedicadas a la integridad corporativa, creemos que las mujeres son clave para avanzar sin obstruir, acordar sin imponer y construir sin romper las bases sobre las cuales se ha cimentado el modelo de desarrollo.

Una participación paritaria permitirá reflejar una sociedad diversa y multicultural. Basta de miedos absurdos: no todas las mujeres son de derecha, no todas son de izquierda. La paridad no es el problema; la falta de ella, sí.

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