¿Es realista soñar con un retail sostenible?

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MALL COSTANERA CENTER COMPRAS NAVIDEÑAS. FOTO: RICHARD ULLOA / LA TERCERA.

La industria de la distribución está lejos de ser una de las más sostenibles. Ha pasado muchos años preocupada de mejorar el servicio, de que todo fuera más cómodo para los consumidores (y se tradujera en más beneficios para las empresas). Es impresionante lo que ha conseguido: todo al alcance de la mano, entregas raudas, servicios multicanal… Pero de la mano de todo eso viene también un uso excesivo de plásticos y embalaje, inmensas redes de transportes, procesos de fabricación a menudo nocivos para el medioambiente y otras consecuencias nefastas.

Por suerte, el cambio que lo está impregnando todo viene a transformar también la sostenibilidad del sector del retail. Es lo que demandan unos consumidores a quienes ya no da igual en qué bolsa se deposite su compra.

Empujados quizá más por esta demanda externa que por convicción propia en muchos de los casos, no son pocos los retailers que ya están dando pasos a favor del medioambiente.

La obligatoriedad de pagar por las bolsas de plástico en todos los establecimientos conllevó un descenso drástico de su uso. Aún están disponibles en muchos establecimientos pagando unos céntimos, mientras que en otros han sido sustituidas por bolsas de cartón o bolsas biodegradables, por ejemplo de fécula de tubérculo o de maíz.

Otro ejemplo: diversas cafeterías con servicio de take away ofrecen un descuento a aquellos usuarios que llevan su propio vaso o termo en el que servir la bebida. Todos salen ganando: ellos ahorran el vaso de usar y tirar, los clientes ahorran unos céntimos y el medio ambiente se ahorra un desecho innecesario.

¿Y en el terreno de la logística? ¿Hay alternativa para minimizar las ingentes cantidades de cartón, papel de burbujas y otros materiales que se emplean en los envíos?

Hay iniciativas como Lean&Green que reúnen a varias empresas del sector que acuerdan comprometerse a reducir sus huellas de carbono y, además, utilizar la inteligencia artificial y otras tecnologías para optimizar sus entregas, disminuir ineficiencias de los procesos y ser, en definitiva, más sostenibles. En el acuerdo de París, 200 países se comprometieron a descarbonizar el sector logístico antes de 2050.

Si hay un sector sobre el que se ha cernido con fuerza la renovada conciencia medioambiental del consumidor, este es el de la moda. No es para menos: según Naciones Unidas, esta industria provoca el 20 % de la basura marítima y el 10 % de las emisiones de carbono. Muy por encima de otras prácticas que solemos considerar más nocivas.

Sin embargo, actualmente el consumidor está al tanto de los procesos y los materiales, y exige sostenibilidad durante todo el ciclo de producción. Está dispuesto, incluso, a pagar un poco más por una prenda que sea, además de bonita o conveniente, ética.

Quiero resaltar dos puntos interesantes en todo esto. El primero es que ha sido el cambio de mentalidad la que ha provocado el cambio en los productos y los procesos y no al revés. Primero han ido las personas y luego todo lo demás.

El segundo es una mirada optimista hacia la digitalización de este sector: la tecnología puede hacer mucho para que el sueño de la sostenibilidad en el mundo del retail esté cada vez más cerca de ser una realidad.

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