Una conversación con Annie Ernaux

El último libro de la francesa, flamante ganadora del Premio Nobel de Literatura, ya se encuentra disponible en nuestro país. En sus páginas, encontramos una conferencia que dio en su ciudad de infancia en la que se explaya sobre las claves de la literatura. Es el modo ideal para entrar y entender su obra, que parte desde su propia memoria.


Hasta 2012, Annie Ernaux no había regresado a Yvetot en su calidad de escritora famosa. Lo había hecho en plan familiar, como hija, sobrina, prima, pero no a dar una charla de su escritura. Ese año, el momento finalmente llegó y la mujer de Los años dio una conferencia en la Mediateca de la ciudad.

No es París, ni Lyon, ni ninguna de las ciudades francesas más reconocibles en el mundo. Se ubica en el norte de Francia, en la región de Normandía, y tiene apenas 7,47 km2 y 11.400 habitantes (según el censo de 2019). En ese pueblo chico, Ernaux vivió entre los 5 y los 18 años, aunque en rigor nació en otro poblado, Lillebonne, de la misma zona.

Fueron esos años los que marcaron las vivencias que posteriormente trataría en sus novelas autobiográficas. Esas reflexiones acaban de llegar a las tiendas nacionales en el volumen Volver a Yvetot, publicado en idioma castellano por Ediciones UDP. En rigor, es el último libro publicado por la francesa (en 2020, en francés), flamante ganadora del Premio Nobel de Literatura y como en este, hace gala de algo que ha marcado su trayectoria: la dispersión editorial. En nuestra lengua, se le puede encontrar en más de un sello: las españolas Tusquets, Cabaret Voltaire y KRK Ediciones; las argentinas Milena Caserola y Milena París; e incluso la nacional Los libros de la mujer rota.

“Es un libro que permite entrar a la obra de Annie Ernaux a través de pequeñas viñetas que escribe sobre su lugar de origen -explica Matías Rivas, director de Ediciones UDP y crítico literario de Culto-. Es la posibilidad de tener una conversación con ella, que es algo que hasta ahora no había circulado”. De hecho, señala que este libro se enmarca en un género literario que podríamos definir como “Literatura de conversaciones”, que permite a los lectores acercarse a un autor a través de su misma voz. “Como su proyecto literario es bastante inusual, tiene valor conocerlo por lo que ella dice”, indica Rivas.

En la conferencia detalla cómo vivió la infancia como hija de padres tenderos, y que de esos días obtuvo un valioso sustrato para su obra. “A diferencia de las tiendas modernas del centro, aquí no había gente anónima, cada cliente cargaba con una historia familiar, social, incluso sexual, que se contaba veladamente en el almacén y de la que yo, por supuesto, no me perdía una sola miga”.

Fiel a su estilo, en este libro narra anécdotas, como cuando compró a medias un libro no recomendado para menores junto a una amiga cuando era adolescente; o cuando siendo veinteañera le rechazaron “con razón” una novela; o que se odió a sí misma por tener olor a cloro (aroma que una compañera de escuela detestaba y lo hizo saber). Ernaux cuenta todo eso como si lo estuviera comentando en la mesa del té, y es parte de su sello, directo, sin florituras. “En términos generales, mi deseo es escribir literariamente en la lengua de todo el mundo. Es una elección que podríamos calificar de política, puesto que es una manera de destruir las jerarquías, de darle la misma importancia de sentido a las palabras y gestos de la gente, cualquiera que sea su posición social”.

Además, y quizás en la principal arista del volumen, Ernaux aclara que su proyecto literario no es solo tomar su vida y escribirla, sino que a partir de lo que le ocurrió hacer algo en un plano más general. Escribir la vida, no su vida, explica. “¿Cuál es la diferencia? Es considerar lo que me sucedió, lo que me sucede, no como algo único, y por cierto vergonzoso e indecible, sino como un material de observación destinado a comprender, a dar a luz una verdad más general”.

Matías Rivas complementa: “Como es autobiográfica, uno cree que la voz y lo escrito de Annie Ernaux es equivalente a ella, pero a través de este libro uno se da cuenta de que tiene otra voz más, que es bastante atractiva”.

En el fondo, Ernaux utiliza los recovecos de su memoria para crear, y sabemos que esta es más bien frágil. “Todo escritor, aunque invente una historia, se basa en su memoria. Y esa memoria, incluso en mi caso, siempre está teñida de imaginario, trabajada por lo imaginario, solo que de un manera que es difícil explicar a posteriori”.

Esto lo ejemplifica con su primera novela, Los armarios vacíos. “Volvía a ver el almacén y el café de mis padres, la calle del Clos-des-Parts, el pensionado Saint-Michel, el Mail, también la gente, los clientes, los vecinos, las compañeras de escuela. Pero al mismo tiempo puedo decir que los ‘veía’ distintos de cómo eran, transformados por el propósito, por la intención del libro, que era mostrar el cambio progresivo de la mirada que la heroína, Denise Lesur, proyectaba sobre su universo de niña”.

Como una especie de guía total, el libro también incluye un álbum de fotos de los años mozos de Ernaux. Aparece junto a una prima, la tienda de sus padres, la escuela, en su casa, o con su amiga Marie-Claude. En casi todas las imágenes, se agrega un trozo de alguna de las novelas de la autora donde haya salido mencionado el sitio que se muestra en la instantánea. Como una especie de making-off de sus novelas. Además, vienen cartas que le escribió a Marie-Claude y fragmentos de su propio diario, de 1963. Ahí conversamos con la Annie Ernaux de carne y hueso.

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