Columna de Fernando Reyes Matta: Todos los embajadores son políticos en su origen

Embajadora Susana Herrera


No es reciente el debate sobre embajadores políticos y de carrera. En cierta forma, en ello siempre se ha reflejado el sentido de cuerpo por parte de quienes decidieron entregar sus años a la carrera diplomática, de Tercer Secretario hacia arriba. Experiencias y conocimientos en diferentes destinaciones hasta llegar al tramo más alto, Ministro Consejero. Es ahí, en el caso chileno, donde culmina la carrera diplomática. No existe el grado de Embajador en la ley del Ministerio de Relaciones Exteriores. Como señala la práctica habitual, en torno del 80 por ciento de las embajadas normalmente quedan en manos de diplomáticos de este origen. Las otras -se dice las más importantes para la inserción internacional de Chile- son entregadas a la conducción de personalidades cuya formación está ligada, casi en su totalidad, a la vida política o con fuerte influencia en lo académico o empresarial.

¿De quién depende la designación? De la más alta autoridad del país. Lo dice la Constitución vigente. Artículo 32 sobre atribuciones especiales del Presidente de la República, N° 8: “Designar a los embajadores y ministros diplomáticos, y a los representantes ante organismos internacionales. Tanto estos funcionarios como los señalados en el N°7, serán de la confianza exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus puestos mientras cuenten con ella”.

Como ello es válido para todos los embajadores, la conclusión que cabe asumir es que todos -los que vengan de la carrera diplomática o de diversas experiencias en la vida nacional- son embajadores políticos. Y, de hecho, quienes han llegado al nivel de ministros consejeros deben renunciar al Ministerio de Relaciones Exteriores antes que se les nombre como embajadores en el exterior.

Si el Presidente de la República es en Chile no solo el conductor del gobierno sino también el jefe del Estado, según así lo señala el artículo 24 de la Constitución, es válido sostener que el embajador -nombrado por confianza exclusiva del Mandatario- es, para todas las categorías, un representante del Estado de Chile en el exterior. Por eso, le cabe cumplir su misión al servicio de todos los sectores del país, bajo las orientaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Reiteremos. Todos los embajadores en Chile lo son por decisión política. Y colocar como precondición del análisis que los buenos embajadores son de la carrera diplomática y los otros están limitados por un origen externo es distorsionar la realidad. La evaluación está en otra categoría: saber hacer política en beneficio del país. Embajadores que marcaron huellas como Óscar Pinochet de la Barra con la Antártica o Raimundo González en el Derecho Espacial Internacional, ejemplifican lo que muchos otros han hecho ante el medio ambiente, la inserción en APEC, los derechos humanos o el derecho del mar. Pero, a la vez, está la presencia de figuras destacadas provenientes de una experiencia externa trascendente. Hoy todos reconocen el alto nivel como embajadora en Argentina de Bárbara Figueroa, expresidenta de la CUT, o de David Gallagher, embajador en el Reino Unido en los críticos momentos del Brexit, junto a tantos otros.

Todos los embajadores son de origen político. Su deber es hacerlo bien, con oportunidad, imaginación y buen criterio. Y allí, hay buenos, regulares y mediocres como en todos lados.

Por Fernando Reyes Matta, exembajador y académico de la Universidad Andrés Bello

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