Guacolda renegoció deuda con acreedores extranjeros y estudia reconvertir el mayor complejo carbonífero en Chile
La compañía finalizó una reestructuración de bonos por US$ 500 millones que vencían en 2025: pagó la mitad, refinanció un 33% y otro 16% será pagado en el plazo original. Además, la firma hizo una disminución de capital por US$ 140 millones. Controlada por Capital Advisors, la firma analiza las opciones de reconversión a otros combustibles de sus cinco centrales por 764 MW, el mayor complejo carbonífero del país.
Desde que Capital Advisors se hizo del control de Guacolda, el mayor complejo carbonífero de Chile, una duda rondaba entre sus acreedores extranjeros. Tras haber adquirido en julio de 2021 el 50% de participación que AES Andes tenía en la propiedad de las cinco unidades termoeléctricas, en tan solo US$ 34 millones, la gestora de fondos especializada en finanzas, que actúa con el respaldo de acreedores chilenos, mantenía un importante flanco abierto: el bono que la compañía había colocado en 2015 por US$500 millones, con vencimiento al 2025, y cuyo cumplimiento asomaba como un obstáculo casi imposible de sortear.
Sin embargo, de manera sigilosa la compañía ha desarrollado este año un proceso para renegociar la deuda con los acreedores extranjeros. Según conocedores del resultado de la negociación, de los US$500 millones originales, el 50% de la deuda ya se pagó, un 33% se refinanció al 2030 mediante la emisión de un nuevo bono, y otro 16% -equivalente a US$ 84 millones- deberán ser pagado dentro del plazo original.
El proceso incluyó una oferta para canjear parte de la deuda pendiente, por US$ 273 millones, en nuevo bonos senior emitidos al 10%. Ese proceso concluyó el 16 de agosto.
Tras la renegociación, en la empresa consideran que han dado cumplimiento a sus obligaciones a 2025 en todo momento. También celebran que la compañía pasó de tener una ratio entre la deuda neta y su Ebitda de 5,5 veces a 1,3 veces.
Pero los movimientos no quedaron ahí. Posteriormente, a inicios de septiembre se realizó una disminución de capital por un total de US$140 millones, con lo cual su capital accionario de la compañía actualmente asciende a los US$732 millones.
No es la primera vez que en Guacolda realizan dicha clase de movimientos desde que es controlada por Capital Advisors. Ya en 2021 y junio de 2022 hizo lo mismo, por US$ 19 millones, levantando molestias entre los acreedores extranjeros. Esto porque, aunque es legal, es la forma en que se ha ido sirviendo la deuda con la cual Capital Advisors financió la adquisición del complejo de generación ubicado en Huasco, cuyos acreedores son compañías de seguros como Bice Vida, Vida Security y Consorcio Seguros. En Guacolda consideran que la disminución de capital se realizó en pleno cumplimiento de sus compromisos financieros, y sin afectar su capacidad para hacer frente a las demás obligaciones.
De hecho, destacan que después de su última disminución de capital, el total del capital accionario actual equivale a un ratio de 0,2 veces en relación con la deuda neta.
Por ahora, en la compañía no tienen previsto volver a renegociar su estructura de deuda en el corto plazo, ya que las proyecciones del negocio, principalmente por el lado de los flujos de dineros, permitirían dar cumplimiento a los compromisos vigentes sin mayores contratiempos. Eso sí, ello estaría sujeto a revisión en caso que un cambio abrupto en las condiciones de mercado lo vuelvan necesario.
La reconversión y sus opciones
Pese al cierre del flanco con los acreedores extranjeros, existen otros desafíos quizás más relevantes para el futuro de Guacolda. El principal tiene que ver con la meta de descarbonización, que implica el retiro total de las unidades termoeléctricas que funcionan en base a carbón para 2040. Un compromiso conseguido por el segundo gobierno de Sebastián Piñera en forma voluntaria con el exdueño de Guacolda, AES Andes, y que Capital Advisors heredó.
El programa de descarbonización en Chile, de hecho, está siendo sometido actualmente a una revisión por parte del Ejecutivo, con foco a 2030. A inicios de agosto, los ministerios de Energía y Medio Ambiente dieron inicio a un proceso de diálogo con la industria, que contempla 14 sesiones de trabajo -la primera se realizó esta misma semana- y se espera que concluya durante el primer semestre de 2024.
El mayor complejo carbonífero de Chile, compuesto por cinco unidades con una capacidad instalada de 764 MW, es clave en esas conversaciones. No solo por su tamaño, sino porque se trata de un activo estratégico en términos de la seguridad en la operación del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Por ello, cercanos a la compañía revelan que ya comenzó una etapa de análisis de las distintas alternativas para reconvertir la operación de las unidades generadoras, en base a energías menos contaminantes.
“Guacolda se encuentra explorando activamente opciones de reconversión de sus unidades. Es un compromiso de la empresa lograr una transición energética responsable y exitosa, manteniendo su operación en Huasco y su rol estratégico en la seguridad y la continuidad del suministro para el Sistema Eléctrico Nacional”, señalan fuentes al tanto del proceso.
Si bien no existe nada definido aún, ni plazos para adoptar una decición final, hay al menos tres alternativas tecnológicas distintas, y que algunos competidores ya están poniendo en marcha. Éstas pasan por utilizar biomasa y/o gas natural, opciones si bien menos contaminantes que el carbón, igualmente emiten gases de efecto invernadero, pero implicarían nuevos tipos de turbinas para la generación eléctrica. A dichas opciones se suman sistemas de almacenamiento, que sean alimentadas por fuentes de generación renovables, pero ello requeriría modificaciones mucho mayores.
En ese sentido, el análisis requerirá de señales regulatorias claras en múltiples dimensiones, tanto en la normativa de emisiones para centrales termoeléctricas -cuya revisión está liderando actualmente el ministerio de Medio Ambiente, y que sería presentada a fines de 2023-, así como en la regulación misma del sector eléctrico, tanto en transmisión como generación. Algo que, por ahora, tiene un incierto pronóstico, ante las dudas que áun rodean al proyecto de transición energética que impulsa el Ejecutivo, como también por el resultado de las conversaciones con la industria para definir las condiciones habilitantes para descarbonizar la matriz eléctrica al menos en 2040.
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