La semana pasada Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía, Thomas Piketty, autor de “Capital en el siglo XXI” y otras 12 personalidades, llamaron a la implementación de un impuesto mínimo a nivel mundial de 25% sobre las grandes corporaciones, así como la instalación de impuestos a las ganancias extraordinarias de firmas como Amazon, Netflix, Google y Facebook. Durante la conferencia en la que dieron a conocer su propuesta, que incluye medidas contra la evasión y la elusión, así como transparencia sobre la riqueza offshore, se les consultó sobre el sentido de la propuesta teniendo en cuenta que actualmente lo que se observa a nivel global son alivios tributarios.

En efecto, la presión que ha ejercido el confinamiento y distanciamiento social sobre la economía ha llevado a que muchos países, incluyendo la mayoría de los integrantes de la Ocde, aplicaran medidas como el retraso, disminución y suspensión del pago de impuesto a los individuos, sectores más golpeados o pequeñas y medianas empresas, con el objetivo de dar más espacio financiero para enfrentar la crisis.

“Que haya’vacaciones de impuestos’ como dicen, es decir, diferimientos o rebajas temporales, es algo que está dentro del menú de medidas” sostiene el integrante la Comisión independiente para una reforma a la tasa corporativa mundial (ICRICT), desde donde salió la iniciativa alentada por Piketty y Stiglitz, Ricardo Martner, quien destaca que lo importante es que a mediano plazo la estrategia vaya más allá de esos alivios, porque “es errado pensar que eso va a relanzar la economía”.

El economista chileno detalla, que “la propuesta de carácter global busca generar impuestos progresivos, donde el impuesto directo a la renta y a las grandes corporaciones tenga mayor preponderancia”. Todo esto, en momentos en que los recursos de los estados caen, mientras gastos ineludibles, por efecto de la misma pandemia, crecen.

Otras propuestas

Es esa dificultad la que precisamente ha llevado al Reino Unido, donde ya descartaron la ruta de la austeridad, a considerar una revisión de su esquema tributario. Así lo reveló la consultora británica Quilter, mediante un sondeo que mostró que el 72% del Parlamento se inclina por esa alternativa.

“La encuesta muestra que existe una clara aceptación entre los parlamentarios de que los impuestos tendrán que aumentar en el futuro para pagar las medidas financieras y apoyar nuestros servicios públicos”, señaló Rachael Griffin, experto en planificación fiscal y financiera de la mencionada entidad, apuntando particularmente en los impuestos sobre la renta.

Esta discusión también tiene cabida en Estados Unidos, donde la idea de un impuesto a los súper ricos no murió con las aspiraciones presidenciales frustradas de Elizabeth Warren y Bernie Sanders. El académico de Yale y autor de “La trampa de la meritocracia”,Daniel Markovits, escribió en un artículo publicado en The New York Times que un gravamen de 5% sobre el 5% más acaudalado de los hogares recaudaría hasta US$2 billones.

“Nuestra extraordinaria batalla contra la pandemia debería basarse en las inmensas reservas que los más privilegiados entre nosotros hemos acumulado durante décadas de abundancia”, subrayó.

Contrapropuestas

Por supuesto, este se trata de un debate abierto que data desde hace bastante tiempo, que se intensifica en medio de los desafíos que encara la economía mundial, con visiones que se oponen radicalmente a la posibilidad de aumentar impuestos.

Roger Bootle, presidente de Capital Economics, si bien reconoce que “si el déficit no baja dramáticamente como resultado solo del crecimiento económico, está la opción de reducir la tasa de gasto o aumentar los impuestos”, disyuntiva frente a la cual él se inclina por la última. “El peligro es que, si eleva las tasas impositivas, reduce los incentivos y reduce la eficiencia de la economía, y eso es lo último que debe hacer”, indica.

En esta vereda, también se posiciona Tax Foundation, la cual señala que el foco debe estar puesto en impulsar el crecimiento, lo que en materia tributaria implica que los códigos impositivos se “modernicen para reflejar una economía más interconectada”, mientras que a nivel multilateral llama a que la Ocde suspenda”su trabajo actual en la reforma de las normas tributarias internacionales, lo que podría significar un aumento de impuestos de US$100.000 millones en las empresas digitales, hasta que la economía global vuelva a tener una salud estable”.