Apuestas del PS




EL PS ha despejado una traba en su camino a las elecciones de fin de año. La "consulta" se había convertido en eso. Llegaba cuando la sociedad y otros partidos ya habían clarificado suficientemente sus opciones. Los precandidatos del PS habían quedado fuera del visor ciudadano.

Pero solo ha dejado atrás la decisión de no decidir. Ahora deberá elegir entre dos candidatos ya en carrera: Lagos y Guillier. Ambos abajo en las encuestas, ambos ligados a otros partidos de la coalición. La decisión implica, un esfuerzo arduo de repechaje y un lazo de cercanía mayor con uno u otro partido aliado, al cargar la balanza en ruta a las primarias.

No es una opción fácil. Será entre el candidato que hoy pierde por menos y aquel que hoy pierde por más. Pero también entre un candidato frágil y vulnerable para los tiempos más exigentes que le esperan; que solo hace suyo vaguedades, apuntando a aquello donde más calienta el sol de los votantes; y un candidato que contiene propuestas de futuro en tiempos donde la actual obra de la coalición cosecha un rechazo abrumador. Todo esto, mientras asoma por la izquierda de la coalición el canto de sirenas de otra izquierda naciente que denuncia a la Nueva Mayoría como un conjunto de vaguedades que camuflan su indiferenciación con la derecha; o sea, la repetición del diseño de Valparaíso en la pugna entre DJ Mendez y Sharp. PC y PS son las canteras de votos del Frente Amplio.

Si la Nueva Mayoría gana con Guillier, será un gobierno que prolonga la agonía de la misma coalición. No tiene contenidos nuevos que la rejuvenezcan; solo consignas ad hoc nacidas de un seguimiento ansioso de las encuestas. Tampoco cuenta con respaldo sólido para gobernar. Guillier no es de las filas de ningún partido importante de la Nueva Mayoría y estos, en ese trance, privilegiarán su campaña parlamentaria, porque de la fortaleza de su bancada dependerá su peso relativo futuro. Ahora, si Guillier pierde, como hoy ocurriría - la suma de las preferencias por precandidatos de la Nueva Mayoría es superada por la suma de aquellos de Chile Vamos - el ajuste de cuentas en la coalición será feroz. Apostar al oportunismo no habría servido. El Frente Amplio recibirá un goteo más intenso de la izquierda de la coalición, mientras la DC deberá decidir qué hacer.

En cambio, con Lagos, gane o pierda la coalición, se tendría a futuro una centroizquierda con propuestas para el Chile que viene; o un legado de gobernabilidad seria y exitosa, en vez de la gobernabilidad mala y rechazada que caracteriza hoy a la Nueva Mayoría a ojos de la ciudadanía.

Una palabra adicional. El PS tiene en José Miguel Insulza una figura que puede ser clave en un parlamento más ingobernable. La experiencia y destreza reconocidas de Insulza darían al PS, como gobierno u oposición, un liderazgo de peso en esta etapa que se anuncia difícil. No debe derrocharlo.

Veremos si la puesta PS será por sus principios, sus valores, su identidad de largo plazo o por el sacrificio de ellos en aras de un continuismo de mal pronóstico y triunfo también discutible.

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