Arlt, el más contemporáneo




La publicación de los Cuentos completos de Roberto Arlt es un motivo de celebración. Su obra suele circular en ediciones más bien lamentables; libros de letra pequeña e interlineado ínfimo, que se deshojan con una facilidad pasmosa. No se trata de "vestir" de etiqueta a un autor salvaje, pero sí de darle dignidad a una obra que no ha hecho más que agigantarse con el paso del tiempo.

Las razones de este fenómeno, poco habitual por cierto, se pueden apreciar en los relatos que escribiera entre 1933 y 1941, relatos que parecen lanzados hacia el futuro y no solo el espejo de aquellos años. Presenciamos el avance, tan fascinante como aterrador, de la técnica; la creciente concentración de la población en las grandes ciudades y la irrupción del psicoanálisis y otros saberes vinculados a la salud síquica, por nombrar algunos elementos de gran actualidad.

Llama también la atención la contundencia con que describe el deterioro de las instituciones y los vínculos sociales. En Arlt, el matrimonio está cruzado por el engaño y la dominación ("El jorobadito", "Noche terrible"), y el barrio es un espacio hacinado que incuba rencores y envidias ("Pequeños propietarios"). En la esfera pública, la política se corrompe y los medios de comunicación están en función de los poderosos. Resulta, además, imposible cualquier utopía colectiva.

¿Qué queda, entonces, para tolerar "la vida puerca", que es como se iba a llamar su primera novela, El juguete rabioso?

No mucho. Por medio del delito, plantea Arlt, se puede construir una alternativa a la mediocridad. No de manera exaltada, proselitista, sino muy por el contrario, como último recurso. La mejor prueba es "Las fieras", un cuento formidable en el que un sujeto hundido en los bajos fondos describe a los ladrones, asesinos y proxenetas con los que se reúne en el café Ambos Mundos. Los une el silencio, el desgarro y la melancolía; no la jactancia, el coraje o la viveza, a la manera del relato épico del choro o lumpen. Todo es pesadumbre y frustración, porque los planes de cambiar el destino con un solo golpe de dados siempre se truncan.

Pocos narradores le han dado tanta importancia al dinero como Arlt, otro aspecto híper contemporáneo de su obra. Sus personajes desean el dinero, porque les falta o lo han perdido. Y la manera de obtenerlo está vinculada a un robo o bien a una invención. "Entre los ricos y los pobres están los estafadores, los inventores, los falsificadores, los alquimistas que tratan de hacer dinero de la nada: son los hombres de la magia capitalista, trabajan para sacar dinero de la imaginación", escribe Piglia a propósito de Arlt, quien a pesar de ser un novelista y periodista de éxito, vivió siempre al justo. Él mismo puso todas sus esperanzas en unas medias de mujer a las que no se les corría el punto. Patentó el invento en 1934, pero no logró materializar el negocio. Ocho años después murió en Buenos Aires de un infarto al corazón.

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