Autopsia de la Nueva Mayoría




La Nueva Mayoría murió en la noche del sábado 29 de abril. Pero atención, que los organismos políticos, como las personas, se aferran a la vida más allá de lo que aguanta su conciencia e incluso su dignidad. La Unidad Popular fue visiblemente masacrada el 11 de septiembre de 1973, pero siguió aleteando en el exilio por lo menos hasta que se dividió el Partido Socialista, que debía haberse dividido mucho antes. El PS vuelve a ser protagonista ahora. Ya lo veremos.

La Nueva Mayoría seguirá viviendo en el gobierno hasta marzo próximo, y quizás como un recuerdo personal de la Presidenta para sus cuarteles de invierno. Es casi imposible que siga vigente más allá.

La primera razón emerge de la observación superficial: es irrisorio seguir llamando "mayoría" a un grupo político que ya no lo es, incluso aunque tenga algunos éxitos electorales. Cuando empecemos a considerar los 30% como "mayorías" habremos vuelto a los años 60. Siempre será un mal nombre aquel que suponga la inmutabilidad de las circunstancias, y este es uno de los peores de las últimas décadas.

Un segundo elemento es el fin de su raison d'être, que fue seguir a (y beneficiarse de) Michelle Bachelet en una segunda aventura presidencial y acompañarla a gestionar un programa que sólo existía en unas pocas cabezas, y que en todas las demás no era mucho más que una entelequia de ideas discrepantes, formuladas a partir de un diagnóstico de aficionados, que nadie tuvo gran interés en escuchar.

Para los creadores de la Nueva Mayoría será naturalmente ingrato aceptar esta descripción y su conclusión. Entre esos creadores se debe conferir especial protagonismo a Rodrigo Peñailillo y sus boys, que hicieron todas las operaciones de hilado fino para agregar grupos, grupúsculos y colgajos al cuerpo de la antigua Concertación (también estuvo en algo de eso Alvaro Elizalde). Siempre se podrá decir que el bebé sufrió de abandono y malos cuidados porque fue prematuramente separado de sus padres. Pero la verdad es que la Nueva Mayoría no se apoyaba en una teoría de la política, sino en una del poder, y cuando éste se fue licuando, el bebé perdió toda inmunidad.

Pero si el bisturí entra aún más internamente, lo que encontrará es que la creación de la Nueva Mayoría no es otra cosa que la integración del Partido Comunista a la coalición de la que fue enemiga por 23 años. Para los efectos que importan, el PC vino a reforzar a un sector específico de la Concertación -no a todos-: aquel criado en el ambiente "autoflagelante", crítico con su obra previa y en especial con la transición. La cultura del PC podría agregar una visión discrepante del relato de la historia del Chile reciente y una definición hasta entonces no aceptada de la noción de "izquierda".

Esto es lo que en efecto ha ocurrido, y más encima el PC ha tenido la mala suerte de asistir al deterioro salvaje de algunos regímenes (los Castro, los Kim, Maduro) a los que apoya según una vieja tradición inercial de defender malas causas de Guerra Fría, desde la invasión de Hungría en adelante. El PC puede tener un complejo con ser "revolucionario" (porque nunca lo fue), pero esas adhesiones muestran una rémora conservadora y la mentalidad acrítica que hace parecer que en realidad no habita en Occidente.

La primera causa de muerte de la Nueva Mayoría es la decisión de la DC de no competir en las primarias de esa coalición e ir directamente a la primera vuelta presidencial. Esta decisión puede verse profundizada por la competencia en una lista parlamentaria separada y agravada si es que, además, no hay un acuerdo de apoyo mutuo al candidato de la centroizquierda.

Pero la DC es la causa superflua. La más profunda está en el PS, cuyas opciones recientes confirman a lo menos dos cosas: a) que sus nuevos grupos hegemónicos decidieron resepultar a la Concertación, ya no en términos de mero cambio de nombre, sino como concepción política, y b) están anunciando el fin de la llamada "alianza histórica" con la DC. Ambas cosas fueron las que simbolizó la liquidación de Lagos.

Nadie en ese comité central ignoraba que, si ratificaba a Lagos como su candidato, habría primarias con la DC y los demás; si Lagos desistía por falta de apoyo, era obvio que para la DC no quedaría más camino que la primera vuelta. Los nuevos grupos hegemónicos piensan que la alianza modelada en la Concertación agotó sus frutos y se inclinan por énfasis políticos en una dirección más a la izquierda, no hacia el radicalismo intelectual de Fernando Atria -a quien parecen no entender-, sino a una idea más simplona de coalición, posiblemente más cerca de las ideas fundantes de la Unidad Popular o el Frente Amplio de los años 30.

La Nueva Mayoría duró unos meses más que la UP, y su memoria se disipará mucho más rápidamente que la de aquella. La Nueva Mayoría se urdió en torno a un liderazgo, la UP en torno a un programa sin líderes. Fue la dirección del PS la que eliminó a sus propios líderes históricos e instaló al menos votado de ellos, Salvador Allende. Después le hizo la vida imposible. Las primeras ideas autocríticas del socialismo empezaron a oírse, en la clandestinidad, recién alrededor de 1977. En torno a la oficina de Ricardo Lagos.

La historia puede tomar a veces el aspecto de autopsia, y viceversa.

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