Chile: más allá del individualismo




LA ÚLTIMA Encuesta Nacional Bicentenario, realizada por la Pontificia Universidad Católica y Adimark GfK, muestra una interesante evolución de la sociedad chilena que tiene consecuencias sobre el debate en materia de políticas sociales y, además, resulta especialmente relevante a la luz de las ideas de continuidad de la Nueva Mayoría. Este estudio tiene la ventaja de que permite analizar los cambios en la opinión pública durante la última década, ya que se realiza desde el año 2006.

Lo primero que llama la atención de los resultados es que, por primera vez, convergen la opinión de que cada persona debería preocuparse y hacerse responsable de su propio bienestar con la concepción inversa según la cual es el Estado quien debería jugar ese rol (ambas opciones registran un 35% de preferencias). Cabe destacar que en 2006 la brecha en favor de la responsabilidad individual era de 18 puntos porcentuales.

De manera complementaria, el 38% de los entrevistados considera que para progresar en la vida se requieren garantías del Estado de buena educación y trabajo, mientras que el 31% piensa que la mejor forma de progresar es esforzarse por emprender, capacitarse y trabajar duro.

Todo lo anterior indica que en la sociedad chilena se ha venido afianzando un nuevo sentido común, asociado a una noción renovada de bienestar y progreso, que sin desconocer el rol del esfuerzo personal, demanda mayor apoyo y protección vía políticas sociales. Ello es consistente con la idea de que ciertos bienes públicos deben ser concebidos como derechos y no como bienes de consumo cuya provisión debe ser asegurada por los individuos y las familias, solo en función de su capacidad de pago.

En el mismo sentido, se constata que el apoyo a las políticas sociales con carácter universal ha crecido 12 puntos entre 2012 y 2016, mientras que la opción pro focalización en los más pobres ha perdido 11 puntos en el mismo período. Esta tendencia no debe extrañar, ya que las capas medias también sufren la vulnerabilidad social, especialmente por los altos niveles de desigualdad existentes en Chile y por el marcado aplanamiento de la curva de ingresos del trabajo (Casen 2015), lo que las expone a caer en situación de pobreza o quedar desprotegidas en materia de salud, educación o previsión al enfrentar eventos como la pérdida de empleo del o la jefe de hogar, o una enfermedad catastrófica de alguno de los miembros de la familia.

Es justamente por esa razón que la Presidenta Michelle Bachelet -en consonancia con la Cepal y otros organismos de Naciones Unidas- planteó en su programa de gobierno que: "El sujeto de una nueva política social debe ser la sociedad chilena en su conjunto".

Finalmente, otro elemento que destaca en la Encuesta Nacional Bicentenario es que el 56% de los entrevistados señala que lo mejor para el país es que haya igualdad social y una distribución de los ingresos más equitativa, mientras que solo el 16% se inclina por la opción del crecimiento económico alto y sostenido. Esa es la mejor prueba de que la teoría del "chorreo" no solo se enfrenta a un descrédito académico a nivel internacional, sino que es inconsistente con la percepción y la vivencia concreta de la mayoría de los chilenos y chilenas.

Estos valoran el crecimiento pero -como sugiere el estudio y la demanda social creciente- aspiran a un ethos, a un modo de convivencia distinto que ponga al centro los derechos sociales, el desarrollo humano y el bienestar compartido.

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