Desafiando el presente para construir futuro




En campaña, preguntas y respuestas simples que estimulan la confrontación: estás contra "el modelo neoliberal" y eres "progresista", o defiendes "tus intereses" y no te importa la desigualdad. Estás a favor del matrimonio igualitario o eres homofóbico.

Es esencial que la Democracia Cristiana saque a Chile de las respuestas binarias, haciéndose cargo, desde sus valores esenciales, de la creciente complejidad de una realidad en permanente y creciente cambio. Por eso, no somos de extremos, sino de centro, aunque a algunos no les guste reconocerlo. Evidencia son los ocho candidatos presidenciales desde extrema derecha hasta extrema izquierda. Nosotros, con Carolina Goic, nos situamos en el centro.

Ser de centro es muy distinto a ser indefinido o a limitarse a un rol de articulador. En Chile, los partidos de centro siempre han tenido una tradición modernizadora y de cambio. Los 60 años de la Democracia Cristiana dan cuenta de un profundo contenido y compromiso democrático y vocación por la justicia social. Eso se ha expresado en la defensa de la dignidad humana, la libertad, los derechos de las personas y la responsabilidad de la vida en común. Además la Democracia Cristiana siempre ha impulsado las transformaciones sociales a través de reformas profundas, pero graduales, usando métodos democráticos y pacíficos, convocando a los mejores profesionales y técnicos. Lo hemos hecho solos y acompañados.

Estamos orgullosos del aporte que el PDC ha hecho al país en su larga historia. La transición a la democracia y los gobiernos de la Concertación, actuando en conjunto con partidos de izquierda democrática, han sido los años más exitosos de nuestra historia contemporánea.

Esos mismos avances nos interpelan a asumir nuevos desafíos. Nuestra candidata, electa por mayoría abrumadora, Carolina Goic, nos insta a asumir como país una "segunda transición": una que haga posible el sueño compartido de un desarrollo con bienestar para todos. Con convicción, reconociendo lo avanzado, aunando voluntades y convocando el esfuerzo público y privado, podemos lograr esa sociedad inclusiva y moderna.

Por y para eso, se requiere construir alianzas, pero no cualquiera. La experiencia de estos años nos muestra un camino que ha sido reprobado. La Nueva Mayoría representó y, luego, defraudó los anhelos de una gran mayoría de chilenos porque no tenía un proyecto común salvo en los enunciados. El actuar en común requiere coherencia y comunidad de criterios en el diseño y en el proceder, poniendo siempre el interés en las personas y no en las ideologías o voluntarismos exentos de evidencia. También es relevante tener una ética común que represente fielmente el alma de Chile. Las reformas no se hacen imponiendo mayorías circunstanciales o sin la evidencia técnica y social necesaria;menos sin reconocer lo obrado por otros.

Por eso, importa que la Democracia Cristiana lleve candidata a la Presidencia, con un mensaje distinto y convocador, para rencauzar el rumbo, sin renunciar a los cambios, pero revalorizando la democracia representativa, el crecimiento económico y la política de los acuerdos. Lo anterior es esencial para que la DC lidere dando cuenta de las exigencias de una nueva sociedad. Hoy es el tiempo de las propuestas de cada cual y no de acuerdos previos que nadie entiende. No es casual que existan ocho candidatos. Recién el 20 de noviembre se verá; dependerá de quien pase a segunda vuelta leer bien la realidad, sobre la base de los resultados, pero también de elementos que hoy, y siempre, resultan esenciales para un proyecto demócrata y cristiano. El poder por el poder no puede ser nuestro norte. Carolina Goic lo sabe.

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