Día del Orgullo LGBTI: nuestros derechos en año de elecciones
En Nueva York, el 28 de junio de 1969, un grupo de policías hizo una redada en el Stonewall Inn, un pub frecuentado por personas homosexuales y trans, ubicado en el Greenwich Village de Manhattan. Al igual que en el Chile de la década de los 60, la diversidad sexual en Estados Unidos era perseguida y reprimida, no por cometer faltas, delitos o evadir impuestos, sino por motivo de su orientación sexual. Un año después, también en Nueva York, se realizaría la primera marcha del orgullo, la cual se convoca hasta hoy en distintas partes del mundo, con la participación de políticos, artistas y ciudadanos que ven en la diversidad un valor que merece ser celebrado públicamente.
Respecto a esta fecha, muchas veces nos ha tocado escuchar la pregunta de porqué las personas heterosexuales no tienen una celebración similar, siendo que todos deberíamos sentirnos orgullosos de ser quienes somos. La respuesta es simple, pero no siempre está a la vista: las personas lesbianas, gays y bisexuales no hemos podido, ni podemos hoy, realizar una vida en igualdad de condiciones que nuestros pares heterosexuales. Hemos sido objeto de acoso en nuestros colegios, de discriminación en nuestros lugares de trabajo, de golpizas y asesinatos en las calles; y al día de hoy se nos sigue negando el acceso a contratos e instituciones familiares que sí podríamos acceder si fuéramos heterosexuales. Algo similar ocurre con las personas trans, quienes todavía no cuentan con un mecanismo uniforme y digno para poder vivir su identidad legalmente. Es cierto que hemos avanzado en los últimos cinco años, pero nos queda un largo camino por delante.
Probablemente, una de las discriminaciones estructurales más latentes está en el matrimonio. Desde 1881 el matrimonio, en la ley chilena, es un contrato y no un sacramento, y desde 1925 nuestro país es un Estado laico, donde la libertad de conciencia y de profesar una religión o no hacerlo, es un derecho fundamental. Sin embargo, hoy el matrimonio es el único contrato civil que atiende a la orientación sexual de los contrayentes para ser celebrado. Se ha dicho que el motivo es la procreación, sin embargo nadie presenta exámenes de fertilidad previo a su celebración, y siempre han podido casarse adultos mayores y personas próximas a morir. Dicen también que hay que atender las raíces etimológicas de la palabra, pero nadie en Chile propone reformas legales respecto a las palabras "salario" o "patrimonio". ¿Cuál es entonces el verdadero motivo para excluir a dos personas adultas y con un proyecto en común de un contrato civil del Estado laico? En el contexto del debate presidencial, quién lidera las encuestas ha dicho que "así lo siente", una respuesta bastante insuficiente para fundar políticas públicas.
En las próximas semanas el actual gobierno presentará un proyecto de ley de matrimonio igualitario, el cual esperamos que cuente con las urgencias para que avance en su tramitación. Así, al momento de la elección presidencial de noviembre, habrá tres proyectos de ley relativos a derechos humanos de la diversidad sexual en tramitación en el Congreso: la ley de identidad de género, el proyecto de derechos filiativos de parejas del mismo sexo, y el matrimonio igualitario. Ante esto, los candidatos a parlamentario/a deben explicitar su postura sobre ellos, y los candidatos a Presidente/a deberán transparentar si, pese a sus posturas personales, están dispuestos a mantener su discusión en el Congreso, o si durante sus cuatro años no habrá avance alguno en el reconocimiento de derechos de las personas LGBTI del país.








 
  
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