El día de la marmota
Radios y canales de TV comenzarán sus transmisiones casi al alba. Nos informarán sobre la lenta constitución de algunas mesas y sus conductores repetirán hasta el cansancio el llamado a votar temprano, a ser responsables, a usar bloqueador solar y todo eso. Escucharemos los sesudos comentarios de analistas, opinólogos y, por cierto, de los mismos políticos, que –al igual como ocurre en cada jornada electoral- estarán gozando ese gran día en que juran que todo el país está preocupado de ellos.
Entrevistarán a vocales que suman un montón de elecciones en el cuerpo, a otro que lo dejaron clavado porque los designados hicieron la cimarra y nos contarán alguna que otra anécdota de lugares apartados, mamás con guaguas y bla, bla, bla. Por supuesto, no faltará el ministro, subsecretario, diputado, Core o lo que sea que alabará la conciencia cívica de los chilenos, la jornada ejemplar y más bla, bla.
Las transmisiones se interrumpirán de súbito para comunicarnos que la presidenta está acudiendo a votar y lo mismo ocurrirá con cada uno de los candidatos, incluyendo aquellos que sólo participaron en la contienda para aprovechar los foros televisivos gratuitos y cobrar las lucas que les corresponderán del financiamiento fiscal (o sea, de nuestros impuestos).
Luego vendrá el momento de los resultados, los mismos que usted y yo podremos revisar on line en la web del Servel, y Mosciatti intentará sorprendernos con adelantos exclusivos. Pero de no mediar ninguna sorpresa, al final de la tarde el ganador será el mismo de 2009, aunque bien sabemos que todos encontrarán la manera de declararse también ganadores. Los segundos y terceros y hasta cuartos lugares estrenarán de inmediato la teleserie de los apoyos o no apoyos, de las alianzas y negociaciones. Tampoco será muy distinto a 2009, salvo que por entonces era evidente que la coalición derrotada volvería a unirse bajo la figura de la Dalai Bachelet.
Ahora tampoco se puede descartar que, a poco andar del segundo gobierno de Piñera, comiencen nuevamente los viajes a Nueva York para alentar a la presidenta por un tercer período, pero tendrán que lidiar con todos los aspirantes a liderar el renacimiento de la izquierda: Giorgio y sus chicos (sin la Bea, porque lo más seguro es que desaparecerá rápidamente del mapa político), Lagos Weber como sucesor de su padre, el infaltable e infatigable ME-O. Al PS no le quedará más opción que volver a mirar a Bachelet, mientras que la DC continuará la senda del declive para convertirse en un pequeño grupo de amigos que se reúnen a recordar viejas hazañas en el boliche de la esquina.








Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.