Una figura que potenciará la Alianza del Pacífico




EL 14 Y 15 DE MARZO , como presidente pro témpore de la Alianza del Pacífico (AP), Chile convocó a un "Diálogo de Alto Nivel en iniciativas de integración en Asía Pacífico", ocasión en que ministros de Relaciones Exteriores y de Comercio de Chile, Colombia, México y Perú, se reunieron con representantes de 15 países de la Cuenca del Pacífico, con el propósito de analizar el futuro inmediato del comercio internacional y detectar posibles áreas de trabajo entre la AP y los países convocados.

La reunión estuvo precedida por una serie de situaciones y actividades. Entre otras, el anuncio de EE.UU. desahuciando el Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), generando inquietud sobre el posible retorno a un mayor proteccionismo en el comercial mundial; y la reunión virtual que sostuvieron los presidentes de las naciones integrantes de la AP el 9 de marzo, ocasión en la que acordaron su disposición de negociar con socios o bloques extra regionales y facilitar la inversión extranjera en la región.

Sin duda la AP es un proyecto que, en pocos años, ha tenidos logros concretos. En la actualidad, el objetivo ha sido consolidarla como proyecto subregional de integración y acercarse al Mercosur, con el objeto de, unidos, abordar la vinculación de la América Latina con Asia. Evidentemente no se trata de una tarea fácil, pero en la actual coyuntura, en donde economías industrializadas puedan optar por ser más proteccionistas, resulta importante propender a una unión en la región, para enfrentar los desafíos de productividad y competitividad que exige el comercio global, abriendo oportunidades de vínculos con otros bloques de integración en proceso en Asia.

En ese camino pareciera ir el acuerdo de los ministros, al establecer la figura de "Estado Asociado" a la Alianza del Pacífico. Bajo esta figura se podrá negociar con bloques de países, o individualmente, lazos económicos con aquellos que pretendan acuerdos comerciales y de inversión de alta calidad, con un grado equivalente de apertura a los alcanzados por la AP, consiguiendo acercarse a las economías que se perfilan como las más dinámicas en las décadas venideras.

La creación de la figura de Estado Asociado, aprovechando el interés manifiesto de los países observadores, puede ser percibida como una clara señal que, sin TPP y también sin adherirse aún a la iniciativa China planteada en el Regional Economic Comprehhensive Partnership (RECP), la Alianza proseguirá en la consecución de sus objetivos, no obstante, el camino pueda ser más difícil y gradual.

El equilibrio y cautela mostrado por Chile al no adherir a ninguna opción, a la espera de verificar el cauce que puedan adoptar las medidas de revisión de los acuerdos comerciales de EE. UU. con el mundo, así como también el RECEP, y de cómo se vayan concretizando los vínculos EEUU-China, parece ser una estrategia adecuada por el momento. Queda por ver quién o qué países dictarán las reglas del Comercio internacional. Por de pronto, la AP es un esquema subregional que potencia a Chile en los vínculos que ya mantiene con Asia y la figura de Estados Asociados acordada, permitirá el crecimiento de la AP y, de paso, mejorar su posición e influencia internacional.

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