Ética y capital social
SIN ÉTICA es imposible construir confianza. Y sin confianza, el capital social se deteriora. Cuando ello ocurre, las personas dejan de percibir que sus interacciones con otras personas les son beneficiosas. En esas circunstancias, muchas transacciones no pueden realizarse. Todos perdemos. El capital social permite la densificación de las relaciones humanas, incluso las mediadas por mercados.
Por otra parte, sin ética no puede existir la confianza. La ética tiene un sustrato muy sencillo: no hagas a otros lo que no desearías que otros te hagan a ti; mi libertad termina donde comienza la de otros.
Otra idea básica de la ética: la tolerancia. Ni yo ni nadie posee la verdad. Un cuento sufí ilustra por qué es importante escucharnos y aprender de todos: un grupo de ciegos trata de describir un elefante tocándolo. Cada uno toca una parte (trompa, pata, colmillo) y tiene su historia que contar. El elefante -la vida, la sociedad- como un todo no puede ser descrito por los ciegos; cada cual puede describir una parte. Nos aproximamos al elefante solo a través del diálogo con otros. ¿A qué apunto con estas reflexiones? A que nuestra crisis económica es en el fondo una crisis de valores.
La noción de que la ética es el sustrato básico del capital social me hace recordar otra anécdota de una de mis clases de desarrollo económico en mi Facultad. Algunos economistas han tomado prestado el concepto de capital social de politólogos y sociólogos. Incluso hay algunos estudios que han tratado de medir el impacto del capital social sobre el crecimiento económico. A mis estudiantes les comenté que una evidencia cotidiana del deterioro del capital social en Santiago era el hecho que un tercio de los usuarios del Transantiago no pagaban pasaje. Una estudiante holandesa de intercambio me miró sorprendida y exclamó: "¡A mí no se me ocurriría no pagar el pasaje!" Capital social que nosotros hemos perdido.
Y una tercera de mis viajes. En mi primera visita a Japón, una noche me fui a comer unos sushis a una barra. Un señor al lado mío se paró y se fue, dejando sobre el mesón una cartera con documentos, que el chef tomó y puso sobre un estante. Un comensal estadounidense sentado algo más allá me comentó: "Ese señor va a volver mañana y va a encontrar su cartera en ese mismo lugar sin haber perdido nada". Por eso, esas sociedades -holandesa, japonesa y muchas otras- han logrado niveles de bienestar (no solo económico sino de calidad de vida) muy superiores a los nuestros. La ética estimula la confianza, la confianza construye capital social, el capital social permite que las transacciones entre personas ocurran.
¿Cómo empezar a recobrar el capital social que tuvimos cuando volvimos a la democracia? Recobrando el sentido ético que representó la gesta del "No": la lucha pacífica por los valores fundamentales de la sociedad civilizada. Lo hicimos con democracia y diálogo, frente al poder de las armas. Para recobrar ese espíritu debemos retomar y reforzar la educación cívica y ética de las nuevas generaciones. Este es un tema que no escucho en las acaloradas discusiones sobre educación que hemos tenido en los últimos años.
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