Gato por liebre
CON LA actitud que los distingue, los máximos referentes del Frente Amplio (FA) han hablado hasta el cansancio y en todas partes acerca de que ellos hacen política de manera distinta a la de las coaliciones tradicionales. Hace unos meses, el diputado Giorgio Jackson acusaba que éstas deciden sus candidatos "de acuerdo a las encuestas y luego piensan qué van a hacer o en qué están de acuerdo", mientras que su colega Gabriel Boric proclamaba que las campañas electorales del FA serían una "explosión de creatividad".
Pues bien, llegados a la hora de las definiciones, optaron por una candidata presidencial que responde a un perfil repetido: han privilegiado popularidad por sobre contenido, escogiendo a una abanderada que destaca mucho más por su personalidad carismática que por haber presentado con claridad sus postulados. Ya llegará el tiempo de que eso ocurra, sostiene Boric, quien ha señalado que "Beatriz (Sánchez) apoyará lo que colectivamente defina el Frente Amplio". O sea, primero el candidato y después el programa. Suena a la "política añeja que tan mal le ha hecho a Chile" que denunciaba hace poco el mismo Boric.
Es obvio que lo recomendable para todo grupo político con aspiraciones es tratar de llevar un candidato popular a la presidencia. Y que resulta necesario incorporar caras y voces distintas a la actividad si se aspira a renovarla. Pero lo curioso es que aquellos que se muestran hastiados con las viejas prácticas y prometen reemplazarlas por otras nuevas recurran a lo mismo que han criticado.
La justificación para nominar a Sánchez suena conocida y no parece distinta a la que, por ejemplo, se dejó sentir en 2013 para ungir a Bachelet como abanderada de la NM o a la que recurrió un sector de la derecha en su momento para pensar en una eventual postulación de Golborne a La Moneda. En esos casos, se pensó primero en las posibilidades de victoria a través de personajes atractivos y populares sin demasiado contenido y luego, mucho después, en las propuestas que ellos encarnarían y presentarían al país.
Una de las peculiaridades del FA es que sus dirigentes parecen no tener empacho en criticar y recurrir a una autoasumida superioridad moral para denostar herramientas que ellos mismos terminan usando sin remordimiento de conciencia. Por ejemplo, Jackson utilizó todas las ventajas del sistema binominal para correr solo y ganar el escaño de diputado que hoy ocupa. Ahora RD y el Movimiento Autonomista usan un recurso antiguo para designar a su candidata. Esperan que ésta sea ratificada como la abanderada del FA a través de una "consulta ciudadana online", artilugio electoral cuya transparencia está por verse.
La manera no difiere mucho de aquella que ha venido usando la "política tradicional". El truco es el mismo; la diferencia está en el mago; hoy más joven, mesiánico y bueno para apuntar los vicios ajenos con el dedo. La pregunta es si, como en los números de magia, no nos estarán pasando gato por liebre y presentando como nuevo algo tan viejo como el hilo negro.








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