Guillier y el PS: ¿Una errada decisión?
El domingo 9 de abril pasará a la historia como el día en que el Partido Socialista desconoció las órdenes de aquellos que siempre estructuran el partido, y optó por el senador Alejandro Guillier como su abanderado presidencial para disputar el sillón presidencial al candidato de la derecha Sebastián Piñera.
¿Qué lectura puede hacerse de este capítulo de la historia del longevo Partido Socialista de Chile? ¿Estamos al borde de la debacle republicana y del fin de la Nueva Mayoría? ¿Es responsable la nueva generación de dirigentes del PS de esta "absurda" decisión?
En primer lugar, es preciso analizar los factores de contexto. La contienda presidencial se desarrollará en un ambiente turbulento. Los partidos políticos como nunca antes, presentan los peores niveles de confianza institucional, particularmente quienes han detentado el poder durante los últimos 25 años, por lo que las propuestas que emanen de éstos públicamente, van a ser cuestionadas por la ciudadanía y por los nuevos actores políticos emergentes, quienes fueron los primeros en criticar duramente la decisión de apoyar a Guillier, como el Diputado Gabriel Boric, cuya ácida crítica a través de twitter demuestra su desconocimiento del momento político que vive el PS, y su falta de experiencia de lidiar con una compleja estructura partidaria de masas, la historia, cultura y tradiciones del socialismo chileno.
En segundo lugar, es necesario desdramatizar lo ocurrido. Si bien el Pleno del Comité Central del 9 de abril, ha sido por lejos uno de los más difíciles de la historia reciente del PS, no es la primera vez que se debe recurrir a una votación secreta. Recordado es el acontecimiento del año 2009, cuando se debió decidir quién competiría como candidato a senador por la VIII región costa, si Alejandro Navarro o José Antonio Viera-Gallo.
En un tercer punto, hay que hacer referencia a las implicancias generacionales de la decisión, de las cuales poco se ha ahondado, pero que sin duda marcarán un antes y un después en las formas de hacer política del socialismo chileno.
El encono del laguismo con la decisión junto a los amedrentamientos públicos y privados que ha recibido la directiva del PS encabezada por Álvaro Elizalde, demuestran una reacción delirante de la élite laguista (como conceptualizó la Periodista Patricia Politzer), que intentó a través de los medios de comunicación imponer a su candidato.
Las amenazas de los antiguos "barones" socialistas, no eran sólo privadas, sino que también fueron públicas. Versaban desde el fin de la Nueva Mayoría como unión del centro con la izquierda democrática, una posible aventura DC en las elecciones parlamentarias, bajando el rendimiento electoral de la coalición, pues existiría la tentación de competir en dos listas, lo que significaría una disminución en términos porcentuales de la Nueva Mayoría en el Congreso Nacional con la aplicación del nuevo sistema y mapa electoral, y los peores males que podrían avecinarse para la ciudadanía chilena.
Demasiado se ha criticado a esta nueva generación política de su pragmatismo, al apoyar a un candidato "sin ideas ni programa" y sólo por su rendimiento en las encuestas. Críticas que provienen tanto de la derecha como de la totalidad del Frente Amplio. Sin embargo, cuando la respuesta es que se desea realizar un programa con la ciudadanía, se le acusa de populista (pero a la candidata Beatriz Sánchez, que plantea lo mismo, no recibe el mismo trato). Mientras que el candidato Lagos-Escobar, ofrecía una serie de medidas, construidas con un equipo técnico de alto nivel, pero que al parecer no fueron suficientes en el actual escenario.
¿Qué hay detrás de esta generación de barones socialistas y su ferviente opción por el candidato Lagos?
La respuesta no es tan difícil. Los barones socialistas dirigieron no sólo al PS, sino también al país bajo la institucionalización de acuerdos o pactos de gobernabilidad como los llamaba Boeninger, (Boeninger, 2014) entre la clase política y el empresariado. Sin lugar a dudas esta fórmula resultó exitosa para la transición a la democracia, pero generó su primera fisura el año 2011, en que la ciudadanía se cansó de esta política correcta y de salones, y se lanzó a la calle en forma masiva a pedir gratuidad en la educación en un principio, pero que acabó cuestionando la carta fundamental situado en la actualidad como el último enclave autoritario de la dictadura pinochetista, y ahora demanda poner fin al sistema privado de pensiones.
Este modo de hacer política, le otorgó privilegios a los barones (cupos en el gobierno, capacidad de incidir en las decisiones), los cuales se verían reflejados en la permanencia de un próximo gobierno encabezado por Ricardo Lagos, que en ningún caso puede desconocerse su inteligencia e impronta republicana, así como también su capacidad de pensar Chile como el gran estadista que es. Sin lugar a dudas su figura resultará ejemplificadora, para quienes deseamos conocer formas de cómo gobernar de manera exitosa. No obstante, él fue víctima de quienes impulsaron esta arriesgada apuesta, quienes omitieron información popular e interna del PS, pues ya no contaban con los apoyos necesarios. El candidato jamás pudo despegar en las encuestas, pero también su liderazgo no calzaba con la ciudadanía actual, en que su principal enemiga era su historia y su gobierno, altamente cuestionado por los acuerdos con el empresariado y las soluciones de política pública basadas en concesiones. Este detalle no puede soslayarse, pues al parecer este nuevo "ciudadano-consumidor", ya no tolera la provisión de servicios sociales a través de privados, soluciones que Lagos hasta el día de hoy, promovía en su programa.
Esta élite socialista reaccionó de manera violenta, denostando la figura de Alejandro Guillier con argumentos clasistas, que van desde que los radicales carecen de preparación, hasta que éste es un candidato cuyas ideas están ausentes.
Lo impresionante es constatar entonces que para quienes defienden a Lagos, la política es un espacio privativo sólo para expertos, vale decir, para hacer políticas públicas es preciso tener una serie de tecnócratas que en base a "objetivos modelos matemáticos", diseñan políticas públicas. Lo curioso de esta situación, es que la mayoría de éstas políticas han fallado rotundamente, encontrándose con una realidad diferente a la planteada en los papers académicos. Es por esta razón, que las nuevas propuestas de diseño y aplicación de políticas públicas plantean la necesaria incorporación de la participación ciudadana, para que quienes recepcionen las decisiones gubernamentales le indiquen a la institucionalidad por dónde debe ir el camino (Subirats et. al. 2007). Por otro lado, si bien la propuesta programática de Lagos, resultaba interesante, en muchos aspectos se podía apreciar la escasa capacidad de diferenciar los tipos de ciudadanía y las múltiples discriminaciones que padece el público objetivo, incorporando tibiamente la perspectiva de género. Ni pensar por cierto en hacer un análisis interseccional, necesario para el Chile actual (Crenshow, 1989).
No se trata solo de encuestas o de decidir con la calculadora. Se trata entonces de pelear un espacio político y de decisiones de una nueva generación que se cansó de recibir las directrices de los barones. Que compite no sólo contra la derecha que promete una retroexcavadora para poder terminar con derechos sociales adquiridos. Compite además con oligarquías internas que han alimentado y sustentado el tronco del Frente Amplio, posibilitando la creación de Revolución Democrática, que de un tiempo a esta parte ha terminado por satanizar el trabajo político de los partidos tradicionales, intentando ocupar el espacio histórico del Partido Socialista, confundiéndose ideológicamente, amparados en un ciudadanismo político (que ni siquiera ellos han podido definir).
Estos barones que no creen en las transformaciones profundas, pues el camino coherente resultaría realizar un par de reformas o arreglos institucionales.
La nueva generación está consciente que se necesita continuar con las reformas del gobierno actual, pero apuntando a un cambio profundo de la estructura del Estado, que no se consigue si no es con un nuevo pacto social con esta nueva sociedad, el cual debe hacerse por medio de un proceso participativo plasmado en una Asamblea Constituyente.
La invitación entonces es a poder mirar la política de otra manera, a pelear los espacios a los de siempre, invitación que se le está haciendo a los otros actores de la Nueva Mayoría, incluyendo la DC. En ningún caso esta generación quiere abolir la coalición, por el contrario, existe consciencia de la necesaria unión para profundizar la desgastada democracia chilena.
- Boeninger, E. (2014). Gobernabilidad: Lecciones de la experiencia. Editorial Uqbar. Santiago.
- Crashew, K. (1989). Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics. University of Chicago Legal Forum. Chicago.
- Subirats, J., Varone, F., Larrue, C. (2008). Análisis y Gestión de Políticas Públicas. Editorial Ariel. Madrid.








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