¿Izquierdas enfrentadas?




UNA DE las pocas cosas ciertas que se puede decir del futuro es que sea cual sea el signo del próximo gobierno este enfrentará una difícil y áspera administración y gobernabilidad. Otra cosa cierta, es que la experiencia del actual gobierno enseña que se requiere otra "masa crítica" política, social y cultural para realizar un gobierno de cambios en el Chile de hoy.

Hacia adelante el telón de fondo seguirá siendo más o menos el mismo: un sistema económico y político tocado en su legitimidad por sus abusos sistemáticos; la pérdida de prestigio de las élites empresariales y políticas; el lento e inexorable proceso de disolución de la "república binominal"; la apatía electoral; la ausencia de un "bloque histórico" alternativo. El conflicto seguirá trabado entre quienes creen que se puede restituir la legitimidad del modelo actual sin hacer cambios de importancia versus quienes piensan que solo haciendo cambios de fondo se puede devolver la legitimidad al sistema político y a un modelo de desarrollo. Se trata, en definitiva, de la disyuntiva histórica de parchar el actual pacto social o de construir uno nuevo.

En relación a este dilema, no es mucho lo que se puede esperar de las próximas elecciones. Un gobierno de derecha encabezado por Sebastián Piñera carecerá del respeto moral de una gran parte de la ciudadanía y la presión de "la calle" se intensificará. Un gobierno de la Nueva Mayoría (NM) en lógica de restauración conservadora enfrentará problemas parecidos a uno de derecha y, otro, de vocación transformadora, recibirá los embates del "circuito extrainstitucional del poder" con claras posibilidades de ser neutralizado. A su vez, un gobierno del Frente Amplio encontraría resistencias parecidas y amplificadas a las actuales. Gobernar sin decepcionar no es fácil y Syryza en Grecia es ejemplo de que ello también vale para las "nuevas izquierdas".

Cabe preguntarse, por tanto, no solo por las condiciones para ganar elecciones sino para formar gobiernos progresistas fuertes, con capacidad de realizar con éxito programas transformadores. En la conformación de esa "masa crítica", constituye una mala noticia la decisión del Frente Amplio de definir como sus adversarios, en un mismo plano, a la derecha y a la NM. Es una decisión que no reconoce matices ni la diversidad de procesos en curso, y coloca erradamente en el centro las disputas identitarias de la izquierda y no la construcción de una amplia fuerza social y política capaz de superar el neoliberalismo. Si el llamado "partido del orden" ha tenido la sagacidad para actuar de manera transversal y porosa, las fuerzas que se oponen a éste debieran tener la misma capacidad de articularse más allá de las actuales fronteras orgánicas de alianzas y partidos. Haber explorado, por ejemplo, pactos por omisión a nivel parlamentario entre las fuerzas de izquierda de dentro y fuera de la NM hubiese sido más constructivo y eficaz. Pero ya se sabe, la izquierda tiene una irresistible tendencia a fragmentarse y a dispersar sus energías.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.