La amenaza de las primarias
A finales de noviembre del año 2012 el entonces presidente Sebastián Piñera, con "enorme satisfacción" (como suele haberla en estas instancias), realizó un acto de promulgación de una ley que permitía el desarrollo de primarias legales. Sería una ley que "mejora la calidad de la política y la calidad de la democracia de nuestro país" y que contribuiría a generar "mayor confianza" en política que ya se veía, en esos momentos, enfrentada a serios cuestionamientos. En palabras del propio presidente: una "política enferma".
Hoy, a poco tiempo de las primarias legales, y cuando ya han pasado 5 años de aquel acto republicano de promulgación esas palabras, que hablaban de esperanza en la generación de nuevos instrumentos para acercar la política a las personas, devinieron en el pragmatismo que ha defendido el ex ministro del Interior Andrés Chadwick: hay que volver a repensar si las primarias son "funcionales" para construir un Chile mejor.
Hace rato que se "olía" el poco interés del comando del ex presidente por la realización de las primarias: en definitiva, sería un desgaste innecesario porque el triunfo está asegurado. El problema es que demuestra una incomprensión absoluta del problema de fondo que aqueja a nuestra política en general y a la derecha en particular.
En primer lugar, y quizás en el sentido más obvio, la política se construye a partir de confianzas y la palabra propia ahí tiene un valor absoluto. Se comunicó, se actuó y promovió la realización de primarias y, por lo tanto, esa palabra –que en los hechos ya fue empeñada- se pone en duda y por lo tanto la misma credibilidad política. ¿Por qué creer lo que se diga a futuro si la palabra cambia cuando el escenario ya no resulta conveniente?
Por otra parte, la derecha tiene sobre su cabeza la sombra de un déficit político a la hora de comunicar y convocar a su proyecto, y por lo tanto descartar instancias que permiten precisamente es un lujo en tiempos de escasez. La unión, que se ve representada en la realización de una primaria, es en este sentido fundamental y por lo tanto quienes decidan descartarla tendrán que hacerse cargo de la fragmentación. Ya no será Ossandón o Kast los díscolos, sino el ex presidente quien no estuvo dispuesto a someterse a un ejercicio democrático y enriquecedor como una primaria. Y la política, si es que es necesario recordarlo, se hace con símbolos, y el símbolo quedaría bastante claro.
Quizás el mayor atractivo de evitar una primaria está en que dado el escenario de la izquierda y la probable participación de la candidata DC, Carolina Goic, en primera vuelta, resulta sensato pensar que Manuel José Ossandón perderá mucho voto de centro en desmedro de Goic y así se asegura una aún mejor posición del ex presidente Piñera en la primera vuelta. Pero esta observación pasa por alto que Ossandón ya compitió, y salió victorioso, en un escenario parecido cuando fue candidato a senador y se enfrentó a Laurence Golborne (a su derecha), a Soledad Alvear (al centro con él) y Carlos Montes (en la izquierda). Ossandón resultó primero, Golborne segundo, Montes tercero y Alvear cuarta.
Cuando se quieren evitar las primarias es bueno recordar, además de lo simbólico y lo político que se encuentra comprometido, algo tan pedestre como que el Senador Ossandón ya recolectó las firmas necesarias para llegar a primera vuelta y por lo tanto esa competencia no se podrá evitar. Quizás el cálculo de la "funcional" en este caso sea distinto y simplemente no de para inventar la rueda.








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