La bancada PC- Frente Amplio




El 10 de marzo a las 23.59 horas termina la Nueva Mayoría. La coalición surgió para sustentar la candidatura presidencial de Michelle Bachelet y el programa de reformas que prometió para combatir la desigualdad. Una vez devuelta la banda a Sebastián Piñera no tienen mucho más que hacer. El antipiñerismo no es razón suficiente para constituir un bloque unido de oposición como demostró la reciente segunda vuelta, donde desde la campaña de Guillier y el oficialismo se intentó construir el rechazo al actual Presidente electo como motivante para ir a las urnas.

Probablemente el último acto -y quizás el único- de toda la oposición será el acuerdo para constituir la mesa de la Cámara de Diputados y las principales comisiones de dicho cuerpo legislativo. Nadie quiere darle el poder total a la derecha. Después de ello, los senderos se bifurcarán y cada uno tendrá que buscar su propio destino.

Para el PC, ser oposición de nuevo es difícil. Se estaban empezando a acostumbrar al Estado y por segunda vez que caen junto a un gobierno no son los culpables. Su militancia rechazará todo aquello que implique el juego de acuerdos de la oposición y presionará por volver a la calle como fue en los años de la Concertación. Ya se nota algo de ello en la propia agresividad verbal de sus dirigentes, como lo fue un violento comentario en redes sociales de la diputada electa Carmen Hertz contra el ex presidente Lagos por ir a visitar a Piñera.

En ese espacio de enojo, resulta natural la coalición que se ha estado armando con el Frente Amplio. Además de confluencia ideológica en el rechazo a cualquier cosa que parezca democracia de los acuerdos, hay también lazos históricos en todas las generaciones. Los dirigentes más jóvenes del PC, en especial las diputadas Vallejo y Cariola, pertenecen a la misma generación de dirigentes estudiantiles que Jackson y Boric, los mayores accionistas del Frente Amplio. Compartieron directivas, largas jornadas de protestas y sus rostros representaron un movimiento que dio la vuelta al mundo.

Los dirigentes más antiguos conocen perfectamente al Partido Humanista, integrante del Frente Amplio y por ser partido legalmente constituido, un pilar de hormigón armado fundamental en su construcción. Hay que recordar que el diputado electo Tomás Hirsch fue candidato presidencial de una coalición a la cual pertenecían los comunistas. Por tanto, el encuentro en el congreso es entre viejos compañeros de lucha, que tienen que consolidar la alternativa de izquierda.

El Frente Amplio, después de la derrota de Guillier, de la que no son responsables en modo alguno, tiene el camino libre para intentar la versión chilena del "sorpasso" como se llamó a la operación política que realizó Podemos para destrozar al PSOE español y con ello convertirse en la verdadera oposición a la derecha. Un acuerdo con el PC le viene de anillo al dedo, pues puede instalar que allí está la verdadera izquierda, tentando a sectores socialistas a moverse hacia ese mundo.

También la unidad, al menos de principio, proporciona una bancada de 28 diputados, que es suficiente para imponer agenda en varias comisiones claves y obliga al gobierno a tenerlos en cuenta. Para el PC, por su lado, la alianza con sus antiguos adversarios en las federaciones universitarias, le permite recuperar la mística de la calle y la lucha contra la derecha.

También hay un elemento adicional. Ni los diputados Jackson y Boric, las figuras mejor valoradas del FA tendrán edad para ser candidatos presidenciales en la segunda vuelta. Aunque Beatriz Sánchez obtuvo una votación envidiable, sin plataforma pública le costará más mantener su liderazgo. Si cae entonces, el PC podría proporcionar la figura necesaria para volver a la carga presidencial. Para ese desafío, el actual alcalde de Recoleta puede estar disponible.

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