¿Qué hacer con la basura de Santiago?




El acortamiento en diez años de la vida útil del relleno sanitario Santa Marta, tras el incendio de enero de 2016, coloca un sentido de urgencia al debate que necesitamos sostener como ciudad sobre la gestion integral de residuos. En efecto, un relleno que iba a estar operativo hasta 2036, ahora solo lo estará hasta 2026. La pregunta entonces es: ¿Qué vamos a hacer con la basura? ¿Nos vamos a limitar a buscar donde botar los desechos o a encontrar soluciones sustentables que contribuyan a un modelo de economía circular?

Hace algunos días, me preguntaron por las consecuencias del rediseño en el relleno Santa Marta. Señalé que en circunstancias de que algunas comunas de la zona norte y norponiente de Santiago ya tienen rellenos, por qué no pensar en ubicar uno en la zona sur-oriente de Santiago, donde actualmente no hay ninguno. Se me acusó de provocador y algunos ediles de la zona descartaron de plano esta idea. ¿Cuál es la solución, entonces, seguir endosándole la basura a los mismos de siempre?

Pues bien, volvamos al inicio: ¿Qué podemos hacer con la basura? Si miramos la experiencia internacional vemos que en los países desarrollados ya no hay rellenos sanitarios o bien estos son una excepción, y que las grandes urbes cuentan con centros de tratamiento integral que no necesitan ubicarse en la periferia de la ciudad sino que lo hacen en la misma zona urbana. También aplican sostenidos programas para disminuir los desechos, ya sea por medio del reciclaje o bien con sistemas de incineración que generan energía.

El nivel de reciclaje que tiene Santiago es bajísimo; solo el 4% de los residuos son recuperados. Por eso como Gobierno Regional hemos impulsado el proyecto Santiago Recicla, donde a un costo de $ 4 mil millones hemos instalado 24 puntos limpios en 16 comunas de la región, las que sumadas representan cerca de la mitad de la población de Santiago.

Creemos que hoy más que nunca se hace necesario cambiar de paradigma y revalorizar los residuos que utilizamos en grandes cantidades, como cartones, papeles o vidrios, fomentando la responsabilidad compartida en su recuperación y transformación. Sin duda, se trata de una herramienta efectiva para disminuir los residuos sólidos que botamos, creando nuevas oportunidades de negocios, colaborando en el combate a los vertederos ilegales y microbasurales clandestinos, y mejorando de paso la calidad de vida de los habitantes de la región.

También estamos elaborando junto al Ministerio de Energía un estudio "Waste to Energy", que nos permitirá saber concretamente cuánto costaría hacer en Santiago una planta de transformación de basura en energía, una eficaz solución en otras partes del mundo que nunca se ha explorado con seriedad en nuestro país.

La basura que generan las ciudades es un tema que nos pertenece a todos y la solución acá debemos darla entre todos. Y yo no veo el compromiso de todos los municipios. No me parece que una comuna generadora de grandes cantidades de basura, como en general lo son las del sector oriente de Santiago, no plantee una solución y en su lugar siga el camino fácil de llevar nuevos rellenos a las comunas que ya los tienen. Espero convocar en octubre a los alcaldes de la región para conversar sobre esto y que en conjunto empecemos a buscar una solución sustentable para un tema que nos compete a todos.

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