La rubia tarada
Que la realidad es capaz de superar cualquier fantasía es un hecho innegable. Para comprobarlo, bastó con revisar por estos días algunas cuentas de Twitter. De hecho, confieso que me esforcé durante la semana por escribir algo más hilarante, exótico y provocador que Karol o Huguito, pero mi creatividad tiene límites.
Nunca se me habría pasado por la cabeza acusar una invasión de rubios y rubias en Recoleta, ni menos tratar a los electores de idiotas, aunque en el sentido griego de la palabra, como nos aclaró más tarde Platón Gutiérrez.
Mención especial para los eruditos que han pretendido relativizar el triunfo de Piñera con la tesis de que solo consiguió el 25% del universo potencial de electores. El broche de oro, en esta categoría, se lo llevó el historiador de best sellers con su conclusión de que el 25% terminó determinando el futuro del "restante 100%". Está bien, no hay que ser matemático para escribir historietas sobre héroes patrios, pero que la torta sume 125% podría, al menos, llamar su atención.
Concedamos un par de líneas también para la actriz que ve en el Club de Polo el sueño aspiracional de todo chileno, para los insolentes que tratan a las personas de "fachos pobres" y para todos los hippies de cuarta categoría que acusan al resto de consumidores desaforados e indolentes.
Para todos ustedes, como dijo el rey de las encuestas, don Chino Ríos, va el siguiente mensaje: súbanse a una tortuga y se van despacito a donde ya saben.
La locomotora que les pasó por encima el pasado domingo no fue otra cosa que el resultado de sus propios errores. Se los recuerdo por si les llegó la amnesia: inventaron un candidato porque algo figuraba en las encuestas, le otorgaron licencia a Elizalde para que jubilara a Lagos, desdeñaron las primarias, le dieron la espalda a Bachelet en primera vuelta, se juraron ganadores con el 22,7% y volvieron a abrazar a Bachelet antes de la segunda vuelta.
El triunfalismo del que hicieron gala previo a la segunda vuelta se convirtió en vuestro peor enemigo, porque terminó movilizando a esos miles de "rubios" e "idiotas" que no querían ver al exrostro con la banda presidencial. Y por eso, lamento comunicarles, ese domingo en la noche, el aire capitalino olió a alivio.








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