País de las maravillas




Al escuchar la última cuenta pública de Michelle Bachelet me pregunté, igual que muchos chilenos, en qué país vive la Presidenta. Pareciera que en el "país de las maravillas", igual que Alicia. Como dijo un senador, más que una cuenta pública, fue un "cuento" público. Su descripción de éxitos y logros muestra una total desconexión con el Chile real y no puede estar más alejada del sentir mayoritario del país, donde 7 de cada 10 chilenos creen que vamos por un camino equivocado.

"Hoy Chile es mejor que ayer", planteó Bachelet con un voluntarismo y obstinación que desconocen absolutamente la contundente realidad. Hay menos crecimiento -pasamos de un 5,3% promedio a un magro 1,8%-; hay menos empleo -bajamos de un promedio anual de 254 mil a 80 mil- y de menor calidad; hay menos inversión -llevamos tres años con cifras negativas-; en resumen, menos oportunidades. Y la lista que podría enumerar es larga: salud, educación, Transantiago, delincuencia, violencia en La Araucanía.

Pero la Presidente decidió hablarle a su mundo, al 18% que respalda su gestión según la última encuesta CEP, y se olvidó de la mayoría de los chilenos y sus problemas. Trató de convencernos de que hay que seguir haciendo las cosas igual, cuando la mayoría de los chilenos quiere un urgente cambio de rumbo. Cero autocrítica, pura autocomplacencia, que omite la mochila de malas reformas que dejará su gobierno, que estancaron la economía y paralizaron el progreso social. El aplauso de la NM y de sus presidenciables es la mejor señal de que ellos creen que se debe continuar por el mismo camino. Que no vengan después a "lavarse las manos" como los hemos visto por puro interés electoral.

Además, la Presidenta hizo una serie de anuncios y promesas que sabe que no podrá cumplir. A ocho meses de que termine su mandato, ¿alguien cree que se podrá avanzar en los proyectos que prometió enviar al Parlamento? Son actos testimoniales, para la galería, que no tendrán efecto alguno o que buscan dividendos electorales: el matrimonio igualitario, la nueva Constitución, el Plan Araucanía, la reforma a las pensiones. Bachelet sabe que llegarán a un Congreso donde campea el desorden y división de su propia coalición, que sigue sufriendo los embates de tener dos candidatos presidenciales y, lo más probable, dos listas parlamentarias. La Moneda sabe que en lo que queda de gobierno es muy difícil avanzar.

Es ese mismo contexto el que la hizo transformar su cuenta pública en un meeting político donde, en vez de hablarle a todos los chilenos como corresponde en este acto republicano, optó por llamar a la unidad de la NM. Muy tardíamente, Bachelet intenta asumir el liderazgo de su coalición, el mismo que se rehusó a ejercer durante tres años y medio.

Probablemente en ello tuvo que ver el clima de pesimismo oficialista de cara a las elecciones, que volvió a recibir un balde de agua fría con los resultados de la CEP, donde el expresidente Piñera tiene un gran resultado. Aparece como ganador de las primarias de Chile Vamos y en primera y segunda vuelta. Pero, ojo, aún queda mucho trabajo por delante. La campaña para las primarias recién comenzó; aquí no hay carreras corridas.

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