A recomponer la unidad




Como experiencia para la centroderecha, la primaria de ayer fue estimulante y clarificadora. El sector logró convocar a una fracción muy importante del electorado -un millón 400 mil ciudadanos- y pudo dar finalmente vuelta la página de la época en que los candidatos se imponían desde arriba. El gran triunfador, Sebastián Piñera, ratificó el liderazgo que le atribuyen las encuestas, no obstante que Manuel José Ossandón consiguió arriba de 350 mil votos en su apuesta por una derecha con mayor quilla social. También los resultados fueron alentadores para Felipe Kast, quien, si bien llegó en tercer lugar, pudo sobreponerse con bastante dignidad al riesgo de quedar invisibilizado por sus contendores desde el momento en que la pugna se polarizó en términos muy agrios entre Piñera y Ossandón.

Las primarias siempre tienen algo muy traumático para las fuerzas políticas concurrentes. No son iguales las disputas entre adversarios que entre contendores supuestamente aliados. Estas últimas siempre duelen más. La primaria de ayer, sin duda que dejó heridas serias en el sector y es poco probable que de aquí a noviembre todas ellas puedan quedar cicatrizadas. Pero Piñera, que tiene claro el desafío, tendrá que hacer el esfuerzo. Ossandón, más allá de las descalificaciones personales en que incurrió en su campaña, representa a un electorado herido y que se siente perdedor en el contexto del discurso un tanto triunfalista de la derecha. Piñera tendrá que atender a esa gente y la manera más directa de hacerlo será posiblemente dándole un contenido concreto y verosímil a esa idea de red de protección social para la clase media, que hasta aquí su campaña básicamente solo se ha limitado a enunciar.

Aunque el triunfo de Piñera era enteramente previsible, la cantidad de votos que consiguió vuelve más robusta su victoria. Es cierto que le fue bastante mejor en regiones que en Santiago, pero los sondeos ya habían anticipado que en la Región Metropolitana la contienda iba a ser más estrecha para él. De aquí a noviembre los partidos que están detrás de su candidatura van a tener que hacerse cargo de esta debilidad y para este efecto el trabajo político que empiecen a desarrollar desde esta misma semana será crucial. Tendrán que tender puentes, tendrán que forjar redes, tendrán que desplegarse e intensificar fuertemente el trabajo territorial.

Si bien la derecha mostró fisuras que no son menores en esta primaria, la sensación dominante en el sector es que a nivel de su electorado de base las disociaciones son menores que las que quedaron de manifiesto en el debate que hizo Chile Vamos. Ahora el sector tendrá tiempo para recomponerse y reordenarse en función de sus verdaderos adversarios, que son el gobierno y resto de los candidatos que competirán en primera vuelta y que hasta ahora no han tomado muy en serio la traumática experiencia de las reformas de Bachelet. Lo importante es que la centroderecha ayer cumplió con una instancia de higiene política que era dura, pero fundamental para su proyección, que logró en esta oportunidad niveles de participación que superaron las expectativas y que terminó con una votación cuatro veces superior a la del Frente Amplio. Todo esto podría estar anticipando el triunfo que el sector aguarda para volver a La Moneda el año próximo. Pero Piñera habrá de tener claro que también entraña el peligro de creer que tiene la suerte comprada.

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