Reducción de la jornada laboral




La diputada del PC, Camila Vallejo, ha presentado un proyecto de ley que propone reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales. La parlamentaria señala que la jornada actual "..no permite a los trabajadores desarrollar una vida familiar o disponer de tiempo libre para educarse o entretenerse…". Frente a los que podrían decir que su propuesta es poco seria, la diputada saca a relucir los casos de países desarrollados europeos que tienen "..un rendimiento productivo alto y una jornada de trabajo reducida…". Por ejemplo, la jornada laboral es de 29 horas en Holanda (país con una población similar a la de Chile) y su PIB es 3,4 veces superior al chileno.

No creo que Vallejo quiera insinuar que la reducción de jornada que propone vaya a hacer que el PIB chileno se acerque más rápidamente al de Holanda, o al de otro país europeo. Pero sí sugiere que aumentará la productividad (media) del trabajo porque se producirá lo mismo – o tal vez un poco más – con menos horas trabajadas. ¿Es eso correcto?

Probablemente no. Los aumentos de productividad están mucho más ligados a la acumulación de capital humano – incluido el capital social –  y a la innovación tecnológica que a otros factores. Es decir, los holandeses no son cuatro o cinco veces más productivos que los chilenos porque descansan más y disfrutan de sus abundantes horas de ocio, sino porque cuentan con una mejor educación, una cultura laboral más proclive al trabajo bien hecho y un uso más intenso de tecnología en sus procesos productivos.  En otras palabras, hoy ellos pueden darse el lujo de trabajar 29 horas semanales después que han podido llevar su productividad a los niveles que conocemos. Hace no más de 20 años atrás, cuando su productividad era menor, su jornada laboral era más extensa.

Las diferencias de productividad explican mucho de la distancia entre la riqueza de un país y la de otro. Una hora trabajada en Chile alcanza un producto medio de poco más de US$ 20, en tanto la misma hora trabajada en Finlandia permite producir cerca de US$ 50 y en EEUU más de US$ 70. En este último país, la jornada laboral es igual de extensa que la chilena.

Creo que la diputada Vallejo equivoca el foco con su propuesta. Es evidente que una preocupación central de la política pública debe ser la calidad de nuestra educación, y educación pensada como un proceso permanente durante toda la vida para que los trabajadores vayan ajustando sus conocimientos y habilidades a los acelerados cambios tecnológicos. También es evidente que otra preocupación central es fomentar un ambiente de negocios competitivo y dinámico que favorezca la innovación de todo orden, lo que acarrea también más productividad. Y en plazos más cortos, podría mirar el mercado laboral y las relaciones empresa trabajador con ojos más modernos, pensando en ajustes a la jornada laboral que no sean con la lógica de máximos mandatados por ley sino resultado de negociaciones entre la empresa y sus colaboradores para mejor conciliar los intereses de cada parte.

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